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Leer o morir de pena

No es raro que, con cierta periodicidad, surjan libros que, en el fondo e incluso en la forma, pretenden vender la maravilla de la lectura. El último que he leído -Leer contra la nada- es uno de estos casos, con la ventaja de que aborda el tema directamente y armado con un bagaje importante de citas de muy variados autores. Una vez más la insistencia sobre la riqueza de la lectura y la pena tan grande que nos da ver a gentes, muchas, que no pillan un libro ni para usarlo de apoyo, porque en las estanterías de su casa no existe el género.

Volver a los años setenta

Hace unos años me contaba paseando por la pasillos de la Biblioteca Nacional de Madrid, en un descanso en el trabajo, mi gran maestro y amigo entrañable, el catedrático de Historia de América de la Universidad de Sevilla, profesor Paulino Castañeda Delgado (1938-2008), que había sido invitado por la Fundación Alemana Advenians a dar una conferencia a una ciudad de Baviera, en el corazón de la católica Alemania, en compañía del entonces famoso teólogo y marxista Gustavo Gutiérrez (1928), sobre el tema de la Teología de la Liberación en América Latina.

Generar confianza en la Iglesia

En la última encíclica de Benedicto XVI y, por tanto, la primera del Papa Francisco, publicada en junio del 2013, pocos meses después de la renuncia del primero y enseguida de la llegada del segundo, la Encíclica Lumen fidei, se aborda magníficamente la cuestión de la fe, la última de las virtudes teologales, después de haberlo hecho magistralmente, en los años anteriores, con sendas encíclicas sobre la caridad y sobre la esperanza.

Con el corazón en ascuas

Hace muchos años que leí por primera vez el extraordinario trabajo del sacerdote holandés, Henri J. M. Nouwen (1932-1966), titulado “El regreso del Hijo pródigo”. Meditaciones sobre un cuadro de Rembrandt. Se trataba, sin duda, de una de las obras de espiritualidad más importante y de mayor número de ediciones del siglo XX.

La actualidad de Francisco de Vitoria

En la introducción general del maestro Pinckaers (1925-2008), profesor Ordinario de Teología Moral Fundamental de la Facultad de Teología de la Universidad de Friburgo, con la que inaugura extensamente su manual de teología moral fundamental (77 páginas), después de hablar abundantemente del Concilio vaticano II y de las pertinentes líneas conciliares para la reforma de la teología moral, se remitirá a las que luego cuajarían en las páginas del catecismo universal aprobado por san Juan Pablo II, con expresiones tan ricas como la vida en Cristo.

Dios habla bajito

El Santo Padre Benedicto convocó en el 2011 un año de la fe y con ese motivo publicó una breve, pero muy importante, carta apostólica llamada Porta Fidei en la que nos decía que la puerta de la fe, la puerta estrecha de la fe, era la puerta del bautismo (n.1).

El proceso de Carranza

El famoso proceso inquisitorial del cardenal arzobispo de Toledo, el teólogo navarro dominico Bartolomé de Carranza (1503-1576), ha pasado a la historia como un icono de la furia inquisitorial de Felipe II y del así llamado control ideológico del pensamiento fundamentalista en España, a partir del regreso del monarca a la península en 1559.

¿Para qué sirve la historia?

El profesor de historia de América, de la cultura y de la sociedad y académico francés Serge Gruzinski (1949), ha publicado un interesante ensayo de filosofía de la historia, en el que vale la pena detenerse, pues contiene ideas y enfoques novedosos, sobre todo la clave general de este trabajo que es la emergente visión de la historia global, que se va imponiendo en las más importantes universidades del mundo entero.

El sentido de la realidad

Con el paso de los años y el número creciente de publicaciones en castellano, cada vez es mejor conocida la figura y el pensamiento del historiador de las ideas y especialista en la filosofía del romanticismo alemán, el inglés Isaiah Berlin.

Murakami y la vocación del escritor

A lo largo de once capítulos y un epílogo el autor nos habla sobre su trabajo como novelista:

¿En qué consiste escribir? Consiste en "traducir en frases algunas imágenes que había dentro de mí" (pág.239). Para Murakami el escritor no necesita ser inteligente pero sí constante, un lector incansable y muy observador: "Adquirir el hábito de observar en todos sus detalles los fenómenos y acontecimientos que tienen lugar delante de nuestros ojos" (pág.113).

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