El Danubio

Relato de un viaje sentimental a la manera de Sterne, en el que el narrador recorre el viejo río desde sus fuentes hasta el Mar Negro-atravesando Alemania, Austria, Hungría, Checoslovaquia, Yugoslavia, Rumania, Bulgaria-mientras recorre al mismo tiempo la propia vida y las estaciones de una cultura contemporánea, sus certezas, sus esperanzas y sus inquietudes

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1997 Anagrama
370
978-84-339-1480
2004 Anagrama
370
9788433914804

Sexta edición en ésta colección.

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Imagen de Manu

Excelente recorrido desde la cabecera del Danubio hasta su desembocadura. Son cientos de kilómetros; de cada pequeño pueblo por donde pasa el rio, Magris tiene algo que contar. Compensa leer el libro con un mapa en la mano, más teniendo en cuenta el largo recorrido y la riqueza histórica de los lugares por los que discurre. Libro para disfrutar con pequeños sorbos de lectura, sin prisa, saborenando el contenido.

Imagen de enc

Nos encontramos ante un libro de viajes en el que las ciudades y paisajes evocan a los autores que vivieron en ellos y dan lugar a reflexiones literarias, históricas y filosóficas.

La contraportada afirma que "El Danubio inaugura un nuevo género, a caballo entre la novela y el ensayo, el diario y la autobiografía, la historia cultural y el libro de viajes". Casi todo ello es cierto, pero novela ¿por qué? Hoy existe una tendencia a llamar novela todo lo que está escrito en prosa. Pero la novela necesita una trama y El Danubio carece de ella. Volvamos a la contraportada. En medio de críticas encomiásticas leemos: "Ante todo literatura". ¿Qué tipo de literatura? La literatura exige imaginación y un libro de viajes es lo más opuesto a la imaginación. El Danubio es un tratado heterogéneo sobre literatura y filosofía de la historia. Es cierto que el autor utiliza luminosas imágenes, hermosas metáforas; que se detiene en la poesía de los paisajes y de las situaciones, pero Magris es un profesor de Literatura. Si hoy la literatura la hacen los profesores ¿qué queda para los escritores?

Las cien primeras páginas son de difícil lectura hasta que nos introducimos en el estilo del autor; sólo se salvan del abandono por el humor y la ironía. Entonces ¿por qué es una "obra cumbre" o un "libro espléndido" como afirman los críticos? ¿Quizá porque tiene trescientas páginas largas, varios miles de palabras, unos cuantos cientos de metáforas y los acentos bien puestos? No puede estar ahí la grandeza de la obra. Por el contrario la encontramos en los ojos perspicaces del autor para descubrir lo humano, lo poético y también lo humorístico; en el cariño con el que trata a los autores del pasado y a los paisajes y ciudades que dieron forma a sus obras.

El telón de fondo del libro es el Danubio, el recuerdo del imperio austrohúngaro y de la cultura alemana que le siguió río abajo. Magris está emparentado con el Imperio. Nació en Istria que había pertenecido a Austria, luego a Italia y en la actualidad es en su mayor parte croata; vive en Triestre, que perteneció a Austria hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial y, además, es profesor de literatura alemana. Es lógico, por lo tanto, que la historia del Imperio danubiano aún circule por sus venas. ¿Qué es preferible, un imperio plurirracial, multinacional y plurilíngüe, como lo fue el habsbúrgico, o diez Estados distintos? Magris bordea una y otra vez la cuestión sin querer dar una respuesta, porque la contestación ya la ha dado la historia. El imperio supone una unidad de cultura y civilización, en este caso la alemana, en tanto que los Estados favorecen la pequeña política del bienestar, las culturas individuales y los derechos de las minorías. El autor pone el ejemplo de la Vojvodina, comunidad autónoma unida a Servia, en la que coexisten diez nacionalidades con cinco lenguas oficiales. No es posible que la fragmentación en entes políticos cada vez más pequeños sea la solución a las diferencias culturales.

Por otra parte hoy nadie desearía pertenecer al Imperio Romano, pero tampoco renunciaría a las raíces latinas. Los intentos que hemos visto en la historia de renuncia a la cultura recibida, como pueden ser los movimientos indigenistas en América latina, son simplemente patéticos. Los imperios han sido, ante todo, grandes empresas culturales y civilizadoras, basadas en un poder político no necesariamente justificado. La cultura universalista del imperio es superior a las culturas locales, aunque el imperio esté llamado a desaparecer por la fuerza de la historia. La cultura universal es una empresa a la medida del hombre, aunque como nos demuestra Magris ninguna literatura es pequeña, se produzca en la lengua que sea, siempre que tenga al hombre por objeto. Porque el hombre, cada hombre con sus circunstancias, tiene un valor universal.

Hay que señalar que El Danubio se publicó por primera vez en 1986, cuando todavía existía el último imperio europeo, el soviético; por lo tanto, mucho de lo que ahí se dice sobre Eslovaquia, Hungría o Rumanía se refiere todavía a los sistemas comunistas, que, sin que nadie lo supiera, se encontraban ya en su recta final.