Orígenes de España y Portugal

La alta Edad Media en la península ibérica; desde los primeros asentamientos bárbaros y la caída del Imperio Romano hasta Alfonso VII de Castilla. La invasión musulmana y fin del reino visigótico de Toledo. La España de los Omeyas y el Califato de Córdoba. Origen de los reinos cristianos de la península a partir de las montañas norteñas. La distinta evolución de Galicia y Portugal. La Marca Hispánica carolingia origen del Condado de Barcelona. El origen de la nacionalidad hispana: visigodos y vascones.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1976 Aymá
383
84-209-0424-4

Edición inglesa de 1971.

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Prolija historia de la Hispania altomedieval. El autor proporciona información sobre el Imperio Romano Oriental y Occidental, las invasiones bárbaras y el reino visigodo de Toledo, nacimiento y expansión del Islam y las invasiones musulmanas de la Península. Siguiendo las huellas de las provincias romanas de Hispania, el autor llega hasta los reinos cristianos medievales, demostrando la importancia de la geografía en la división regional. Al leer este libro el lector entiende los distintos orígenes de un gallego y un castellano, o el porqué de las ansias reivindicativas de vascos y catalanes. Al mismo tiempo queda clara la importancia de la situación del centro de poder político; con el Imperio Romano la Tarraconense quedaba en primera línea de la romanización y la provincia permanece leal a Roma, cuando el poder se traslada a Toledo con el reino visigodo o a Córdoba con el Islam, aparece la tentación de la periferia de situarse al margen del poder central. El hombre de los Pirineos, sea vascón o almogabar, es y se siente independiente. Por otra parte la lejanía de Gallaecia de cualquier centro de poder, permite a las regiones resultantes, Galicia y Portugal, una evolución más plácida e independiente. Parece mentira que la lectura de un libro sobre la España altomedieval nos permita entender mejor la España de hoy. También abre una ventana de esperanza, ya que, si las distintas nacionalidades de la península han podido convivir durante dos mil años, es de suponer que puedan convivir dos mil más. Por su caracter exhaustivo el libro es lento de leer; tiene interés, sobre todo, para estudiantes de historia y para los que hoy estamos preocupados por las tendencias secesionistas en la Península.

También tiene interés constatar el papel histórico de la religión en la unidad política. Los emperadores romanos persiguen al cristianismo buscando la unidad del Imperio alrededor de los viejos dioses romanos o del culto al Emperador. La unidad no se recupera hasta que Teodosio, en el siglo IV, declara al cristianismo como religión oficial del Imperio. Una de las consecuencias de esta declaración es que los Obispos pasan a ejercer una función de representación, y que en los Concilios se adoptan medidas tanto religiosas como de organización social. Livermore afirma que los visigodos habían hecho del arrianismo una religión nacional. De nuevo se rompe la unidad ya que los hispano romanos eran católicos. En el III Concilio de Toledo el rey visigodo Recaredo proclama al catolicismo como religión del Reino recuperando la unidad. La cohesión volverá a ser rota por el Islam al ocupar la Península. Otra vez los bloques enfrentados se distinguen por su religión: moros y cristianos, y ambos acudirán a sus correligionarios en demanda de ayuda. Los reyes cristianos se unen para combatir a los árabes, en tanto que éstos solicitan el apoyo militar de almohades y almorávides, pueblos islámicos del norte de Africa. Todavía hay un detalle más: Afirma el autor que cuando Carlomagno trata de ocupar la península se da cuenta de que no va a ser aceptado sin el apoyo de los Obispos de España. En conclusión, es interesante comprobar el papel social y político de algo como la religión, que se supone que es individual e interior. Se ve que ésta crea vinculos más fuertes de lo que en principio cabría esperar, y que, por el contrario, las luchas religiosas suponen un factor de desunión y disgregación política. Esta conclusión nos será de utlidad para estudiar otros momentos de la historia de España; por ejemplo, el fracaso de la II República.