Historia y apología del reinado de Alfonso XIII, que reinó en España entre 1902 y 1931.
Fin del turnismo de los dos grandes partidos, Conservador y Liberal. Aparición de fuerzas políticas y sociales que se niegan a integrarse en el sistema político de la Restauración. Procesos revolucionarios, dictadura de Primo de Rivera y abandono del país por parte del Rey, dando paso a la IIª República.
El autor defiende la actuación de Alfonso XIII en todo el periodo, y cuestiona la de otras fuerzas políticas y sociales que propiciaron el fin de la monarquía constitucional.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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1979 | Ediciones Rialp |
281 |
84-321-1987-3 |
Original de 1969. |
Comentarios
Afirma el autor en la
Afirma el autor en la Introducción (pág.15), que la historia más desconocida para los españoles es la historia reciente. No obstante, cuando se restableció la Monarquía en 1975 (la segunda Restauración) el reinado de Alfonso XIII era el precedente más cercano que tenían los españoles de una monarquía constitucional.
Alfonso XIII ha pasado a la pequeña historia por su desarreglada vida privada y su difícil progenie. Se le reprocha haber aceptado la Dictadura de Primo de Rivera y abandonado el país en 1931, dando paso a la IIª República. Seco Serrano no menciona la primera circunstancia, sino para señalar la tristeza oculta del Rey por la enfermedad del Príncipe de Asturias, y aventura que pudo contribuir al distanciamiento de la pareja real. Sobre la aceptación de la Dictadura, el autor señala que el Rey no hizo más que aceptar lo que ya habían aceptado la opinión pública y los intelectuales (págs.173-175). Sobre la última cuestión, el Monarca alegó que abandonaba el país para evitar un enfrentamiento entre españoles (pág.224).
Durante su reinado, Alfonso XIII tuvo que enfrentarse a la negativa de algunos líderes a colaborar en la gobernabilidad del país y la intención de otros de destruir el sistema; a la oposición de los intelectuales (Ortega, Unamuno, Valle o Blasco Ibañez); a innumerables crisis gubernamentales, el asesinato de dos Presidentes del Consejo (Canalejas y Dato), un pronunciamiento militar, numerosas huelgas y brotes revolucionarios, una estrepitosa derrota del ejercito en Marruecos, el llamado Desastre de Annual, y el cruel enfrentamiento en Barcelona, entre 1919 y 1923, del Sindicato Único anarquista y el Sindicato Libre apoyado por la patronal.
Seco señala como lo que en otros países se realizó sin esfuerzo: la integración de los socialistas en el sistema político, en España exigió un cambio de régimen (pág.193). Igualmente creció la tensión regionalista. Según Raymond Carr, "el no haber dado la Lliga Regionalista con una solución a su gusto dentro de España, les lleva a determinadas alianzas revolucionarias para ejercer presión sobre un Gobierno indiferente" (pág.139). Cuando Alfonso XIII ofreció a Cambó -lider de la Lliga- la Presidencia del Consejo, no sólo la rechazó sino que tomó como ofensa las propuestas del Monarca (pág.170). Afirmaba el Rey en un discurso, en 1921: "Es muy duro que no pueda prosperar lo que interesa a todos por pequeñeces de la política" (pág.173).
El juicio de Seco Serrano sobre Alfonso XIII es positivo, y nos hace ver que no hay que mezclar la vida privada de los gobernantes con su actuación pública (Epílogo: Aproximación al hombre, pág.232). También quedan claros los defectos dominantes entre los españoles en política: radicalismo e insolidaridad. De la lectura se desprende que, cuando un pueblo se desilusiona con su sistema político, pueden aflorar soluciones extremas como la Dictadura -Primo de Rivera entre 1923 y 1929- o un proceso revolucionario, como el que destronó a Alfonso XIII en 1931. Que más vale cooperar honradamente con los gobernantes mientras esto sea posible, que una oposición bronca e ideológica, porque al final todos perdemos.
El libro no es fácil de leer ya que abarca un periodo largo de tiempo -veintinueve años- y numerosos sucesos.