Alcohólicos Anónimos

Encuentro del novelista francés Joseph Kessel con la asociación Alcoholicos Anónimos. Tuvo lugar en Nueva York, a finales de los años cincuenta del siglo pasado.

El volumen contiene la historia de la institución y una exposición de sus principios, junto con casos de alcohólicos rehabilitados que pudo conocer el autor. Es importante el concepto de enfermedad alcohólica, que todos presuponemos pero pocos llegan a conocer.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1986 Plaza & Janes
249
84-01-45068-3
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Cuando Joseph Kessel conoció Alcohólicos Anónimos habían transcurrido veinticinco años, aproximadamente, desde su aparición en los Estados Unidos. El escritor se complace en explicar la degradación humana a la que llegan los alcohólicos y cómo la enfermedad no distingue entre clases sociales. No es alcohólico solamente el vagabundo que da traspies en la calle, sino cualquiera que, una vez comenzada, no pueda controlar la ingesta de alcohol.

De acuerdo con el testimonio de los sujetos entrevistados por el autor, para el alcohólico la bebida es como "un golpe en la cabeza" capaz de aturdirle y hacerle olvidar cualquier preocupación que no sea la de beber; sea su trabajo, su economía, su familia o su propia salud. Una adicción que anula la voluntad. Una enfermedad física, emocional y mental cuyas víctimas no tienen más destino que el cementerio, la cárcel o el manicomio. No tiene cura y los enfermos alcohólicos no tienen más alternativa que no probar una sola gota de alcohol.

Lo más destacado de la enfermedad alcohólica es su aspecto emocional. Es éste el que lleva al sujeto a la bebida. No basta con dejar de beber -escribe Kessel- sino que "debes despojarte de la envidia, del orgullo, de la insociabilidad, de la hipersensibilidad, de la angustia" (pág.140). No es una enumeración cerrada; también favorecen el alcoholismo la ansiedad, la sensación de fracaso o los resentimientos. Los motivos de tipo emocional hacen que existan tantas mujeres alcohólicas como hombres, bebedores sociales como ocultos.

El método que sigue Alcohólicos Anónimos es el de "un alcohólico que habla a otro alcohólico". En sus reuniones el sujeto sabe que no va a ser juzgado, sino más bien comprendido por aquellos que están en su misma situación. Su programa va dirigido a la renovación espiritual y del carácter. No es preciso que el alcohólico crea en Dios -aunque se hablará mucho de El-, pero sí que su vida es ingobernable a causa de la bebida, que el alcohólico solo no puede superar su adicción, pero que existe un poder superior a él que puede sanarle.

Además de "Alcohólicos Anónimos" de Joseph Kessel y las publicaciones oficiales de la Sociedad, se han publicado en España otros libros de interés sobre el tema, como "Me llamo Ramón y soy alcohólico" de Ramón Draper Miralles o "El niño que jugaba con la luna", del belga Aimé Duval. Sólo este último, publicado por Sal Terrae, no se encuentra descatalogado en la actualidad. Juan Encabo Balbín.