Monjas y soldados

Guy, centro de un nutrido círculo de familiares y amigos, está en su lecho de muerte. Sus ojos releen por última vez la «Odisea» mientras su esposa Gertrude recibe el apoyo de una cohorte de allegados (intelectuales, artistas, abogados y miembros del Parlamento) que se dejan caer por la casa cada semana.

Anne, su mejor amiga de la universidad, llama a su puerta tras haber pasado los últimos quince años en un convento de clausura. Gertrude empieza a sentirse como una Penélope cercada por sus pretendientes. Sus días se complican tras la muerte de Guy, cuando Gertrude, abrumada por tantos requerimientos, decide refugiarse en Anne y viajar a Francia con la decisión de vender la casa que allí compartía con su marido.

Amor y amistad. Lealtad y conflictos morales. Tan magistral como siempre, Murdoch ahonda de forma brillante en las aspiraciones y los miedos que experimenta todo ser humano cuando ha de posicionarse ante las situaciones más extremas de la vida.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2019 Impedimenta
600
978-84-17553-34-0

Traducción de Mar Gutiérrez Ortiz y Joaquín Gutiérrez Calderón

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Género: 
Libro del mes: 
Julio, 2020

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Novela intensa. Al principio me costó encuadrarla temporalmente, lo cual fue divertido, hasta tomar conciencia que transcurre entre Inglaterra y Francia de los años 70. El amor centra la historia, sobre la que orbitan la amistad, la muerte, la Fe, el coraje ante las decisiones, entre otros. La autora no ahorra tinta en la descripción de paisajes y personajes, ambos abundantes en la novela. Yo desde luego he disfrutado mucho leyéndola. 

 

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Una novela larga. Independientemente del número de páginas, está escrita con abundantes descripciones de la naturaleza, de los paisajes, de los lugares en donde se desarrollan las historias. Pero sobre todo largas descripciones psicológicas de los personajes. Desde el momento en que el lector se encuentra, para empezar, con un moribundo y, poco después con una mujer joven que ha abandonado su convento, ha dejado de ser monja, ya es fácil esperar unos tintes trascendentes de algún tipo. Pero la verdad es que esos tintes están siempre suficientemente diluidos como para mantener la duda. Historias de amor, enamoramientos y deserciones, situaciones eróticas precipitadas, sin demasiado fundamento. Es difícil, a lo largo de la lectura, saber qué es lo que se cuece, que tiene en la cabeza la autora. Así que tampoco lo podemos desvelar en estas líneas.

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Novela tradicional en la línea de los grandes relatos de los novelistas ingleses y rusos del siglo XIX, por los que la autora sentía una gran admiración. Ambientada en Londres en los años setenta, la trama gira en torno al matrimonio Openshaw (Guy y Gertrude), una familia acomodada de la alta sociedad londinense (de orígenes judíos), cuya casa es el centro de reunión de los familiares y amigos más cercanos (les cousins et les tantes) y Guy es el patriarca, su protector incondicional, administrador y miembro del Ministerio del Interior. Pero Guy, a sus 43 años, está muy enfermo, un cáncer avanzado presagia que no llegará a la próxima Navidad, y en consecuencia la estructura familiar, tan bien organizada, se derrumbará: su esposa Gertrude, su amigo el Conde polaco, sus primos Manfred, Gerald, Moses, e incluso su protegido, el joven Tim, sufrirán una gran convulsión en su pequeño mundo.

Desde el punto de vista temático, en la obra destacan las cuestiones filosóficas, religiosas y, especialmente, el amor en sus múltiples variantes. De hecho, la autora Iris Murdoch (1919-1999) estudió Historia Antigua y Filosofía en el Somerville College de Oxford, y posteriormente continuó estudios de postgrado en Filosofía en el Newnham College de Cambridge, donde tuvo como maestro a Ludwig Wittgenstein. Así, en esta novela este filósofo ocupa un lugar fundamental, ya que la obra comienza con su nombre y sus teorías sobre la lógica puestas en boca de Guy (quizá un preludio del caos que se avecina). Ludwig Wittgenstein (Viena, 1889-Cambridge, 1951), filósofo, matemático, lingüista y lógico austríaco, destacó por su Tratado lógico-filosófico con el que pretende explicar el funcionamiento y la estructura de la lógica, sobre la que se levanta nuestro lenguaje descriptivo y nuestro mundo. Desde el punto de vista argumental, llama la atención que el filósofo también murió de cáncer, como el personaje de Guy, y en su casa familiar se celebraba una famosa tertulia.

Con respecto a las cuestiones religiosas y morales, en la trama destaca el personaje de Anne Cavidge, amiga de Gertrude en la universidad, y que durante quince años ha sido monja en un convento de clausura. Su regreso al mundo, sus dudas en torno a la fe, sus inquietudes hacia su vocación y su futuro, llevan a la autora a plantear algunos de los temas más recurrentes que aparecen en sus obras de forma reiterada, ya que sus personajes se ven abocados a enfrentarse a cuestiones de moral y son frecuentes los conflictos entre el bien y el mal casi de forma mítica y trágica.

Por último, con respecto al amor, la autora analiza con precisión diversas variantes,  estudiando la psicología de los personajes principales (amor conyugal, amor imaginado, amor soñado, relaciones tóxicas): la Odisea, como última lectura de Guy en su lecho de muerte, parece preludiar el futuro de Gertrude rodeada de posibles pretendientes. Narrada en tercera persona omnisciente, la obra se rige por las características de la novela decimonónica y la voz del narrador es capaz de adentrarse en los sentimientos de todos los personajes, y así sorprender al lector con los pensamientos de todos ellos en estilo directo. De esta forma, aunque la autora es una gran intelectual y plantea en sus obras cuestiones existenciales profundas, en el tema amoroso hay giros impredecibles en el argumento de esta obra, que llevan a situaciones melodramáticas más parecidas a la novela de folletín. En definitiva, como afirma uno de los personajes sobre el concepto de novela: “¡Qué extraordinaria forma de arte! Te habla de todo. ¡Qué instructiva, qué apasionante, qué curiosa, qué cargada de sentimientos, qué llena de juicios morales!” (p. 128).