Aurora roja

Tercera entrega de la trilogía La lucha por la vida (1904). El hermano de Manuel Alcazar, Juan, llega a Madrid imbuido de espíritu anarquista. Al llegar a la capital conecta con otros seguidores de esta doctrina. Aurora roja es el nombre del grupo.

Los diálogos permiten exponer los diferentes tipos de anarquismo, y la mayoría de los reunidos rechaza la versión intelectual de la ideología y se inclina por una acción dirigida a destruir la sociedad burguesa que esclaviza a los pobres.

Pronto va a tener lugar la coronación del Rey-niño, Alfonso XIII, y los anarquistas planean un atentado; pero Juan ha traído del extranjero algo más que ideas, también una enfermedad pulmonar avanzada. 

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2001 Bibliotex. S.L.
224
978-84-8130-313-5

La lucha por la vida III. Original de 1904.

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El argumento de Aurora roja está constituido por la vida de Juan Alcazar, antiguo seminarista y actual anárquico. La novela proporciona una amplia información sobre esa ideología; distingue entre anarquismo filosófico, la anarquía como formula radical de socialismo, y el sentimiento anarquista o deseo de destruir cuanto esclaviza a los hombres, especialmente "el Estado, la Iglesia y el Ejército" (pág.182).

En el volumen anterior -Mala hierba- se hace un canto de la anarquía como ideal: "Un sueño de humanidad idílica, dulce y piadoso, noble y pueril... No más odios, no más rencores, ni jueces, ni polizontes, ni soldados, ni autoridad, ni patria. En las grandes praderas de la tierra los hombres libres trabajarán al sol y la ley del amor habrá sustituido a la ley del deber" (pág.221).

El núcleo de la ideología anarquista radica en el rechazo de toda autoridad (pág.146). Considera autoridad a la Iglesia porque dicta normas de comportamiento que contrarían la voluntad individual; por ejemplo prohibe el amor libre que propugnan los anarquistas o recomienda el respeto a las autoridades. El anarquismo abomina de la propiedad privada. Para Juan "el instinto de propiedad es lo más repugnante del mundo. Todo debía ser de todos" (pág.58). Lo que tiene claro es que este ideal no se va a conseguir sin violencia: "Hacer saltar este armazón social... a fuerza de bombas. Hacer la revolución, luego ya veremos lo que sale" (pág.186).

Por lo que se refiere al enfrentamiento entre socialistas y anarquistas, éstos reprochan a los primeros no interesarse más que por los aspectos materiales de la vida: "A [los socialistas] todo lo que no tenga que ver con la bazofia o el jornal no les importa nada" (pág.165). Si los anarquistas rechazan toda autoridad, los socialistas desean ejercerla ellos mismos. Manuel se queja de que en la imprenta son los socialistas los que dicen, del modo más despótico, a quién tiene que contratar y a quién despedir: "Es una tiranía horrible" (pág.146).

El contrapunto a esas dos ideologías es el liberalismo y en la novela está representado por Roberto Hastins. Defiende que cada uno ha de salir adelante a base de esfuerzo y voluntad, aunque él ha recibido una cuantiosa herencia. Opina que las ideologías no son más que ilusiones: "Se necesita alguna mentira para vivir, sea la República, la Anarquía, el Socialismo, la Religión o el Amor" (pág.204). Admite la necesidad de una autoridad y culmina con una frase difícil de entender: "La democracia es el principio de una sociedad, no el fin" (pág.203).

Baroja debió convivir con gente de habla muy popular, por la forma con la que reproduce ese tipo de lenguaje. Observador, describe con detalle el entorno. El relato no es lineal sino que se construye a base de cuadros, imágenes no siempre relacionadas entre sí. Como todo lo de Baroja, tiene momentos de una excelente literatura junto a elementos repetitivos que se integran con dificultad en el relato.