El guardián invisible

La inspectora de la Policía Foral de Navarra, Amaia Salazar, investiga el asesinato de unas muchachas en su Elizondo natal. Lo hace con la dificultad añadida de tener que convivir con su propia familia -tóxica- y con el recuerdo de los malos tratos sufridos en su infancia a manos de su madre.

La autora recurre a los espíritus buenos y malos del bosque pertenecientes a la mitología y supersticiones del valle del Baztan, entre ellos a ese guardian invisible de la montaña, el basajaun.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2020 Destino - Booket
431
978-84-233-5099-5

Trigésimo tercera edición en Booket. Original de 2012. Primera novela de la Trilogía del Baztán.

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Lo mejor de esta novela está en el tratamiento que hace la autora de sus personajes -especialmente de la inspectora Amaia Salazar- y en cómo los divide desde un principio en buenos y malos. También está logrado el ritmo rápido del relato. No obstante, Dolores Redondo tiene tendencia a multiplicar en exceso el número de personajes e incluso a introducir cuestiones incidentales de las que podría prescindir. La violencia que había sufrido Salazar en su infancia y que rememora al volver al pueblo, presta a la novela un plus de angustia.

Hay dos cuestiones que la autora trata acríticamente y que no nos convencen en absoluto. La primera es la corrupción entre la juventud; jovencitas de las que se dice que actúan como prostitutas a espaldas de sus padres. La consecuencia es la violencia sexual y, ocasionalmente, la muerte de las propias chicas. En una sociedad hipersexualizada, hay quienes se sienten atraídos por ellas, las violan y luego las matan. Después tranquilizan sus conciencias argumentando que las jóvenes van provocando y que merecen lo que les ha sucedido.

El segundo punto discordante es el de la brujería. La autora cita varias veces al P.Barandiarán, sacerdote y etnólogo vasco, y su obra Brujería y brujas (1984). También acude a personajes de la mitología rural vasca como el basajaun o la mari, espíritus del bosque. La tía Engracia, el personaje bueno y simpático de la novela, echa las cartas del tarot a quien se lo pide. Como dijo aquel: "No creen en Dios, pero creen en las cartas".

En la novela se pone de relieve el papel preponderante de la mujer en la familia y cultura vasca. El final resulta algo forzado de una forma que el lector nunca hubiera sospechado, pero esto es lo normal en una novela policíaca.