El riesgo de la verdad

El conocido político democristiano, artífice de innumerables pactos entre la minoría catalana y el Gobierno español a lo largo de los cuarenta años de democracia, hombre de consenso con conexiones internacionales, presenta aquí sus memorias políticas. Apartado prematuramente del terreno de juego por la dinámica maniquea del procés, Josep Antoni Duran i Lleida pone, negro sobre blanco, su experiencia personal y su visión del pasado, presente y futuro de Cataluña y España.
Unas memorias en las que no esquiva las cuestiones más controvertidas: las tensiones entre la coalición de Convergència i Unió, los primeros contactos informales con Aznar, los casos de corrupción política que salpicaron a Unió y el giro independentista del nacionalismo conservador. Todo queda abordado de una manera clara y directa, aportando un destacable nuevo punto de vista a la vida política española de los últimos años.

Sinopsis del editor.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2019 Editorial Planeta, S.A.
559
978-84-08-20689-7

Subt.: Memoria de una pasión política: desde el final del franquismo al colapso del independentismo.

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He leído sesenta páginas de este libro de más de quinientas, no sé si alguna vez terminaré de leerlo, por eso encarezco que el que lee relativice todo lo que escribo aquí. Lo primero que llama la atención es que el autor se presente como Durán Lleida, cuando siempre lo hemos conocido como Durán i Lleida. ¿Es que reniega de su catalanismo? No lo creo. Posiblemente el editor se ha limitado a copiar lo que pone en el DNI del autor, pero entonces ¿para qué tanto empeño en ser conocido con otra denominación? El que no es exacto ni en su propio nombre ¿en qué más podemos dudar de su exactitud?

En las páginas que he llegado a leer -el primer capítulo- el autor hace una crítica de los que fueron sus compañeros en UDC (Unión Democrática de Cataluña), de su antiguo aliado que fue la Convergencia Democrática de Cataluña (CDC) liderada por Jordi Pujol, y de sí mismo. Me temo que lo que más lamenta es haber seguido a Pujol. Un libro que comienza con reproches y admisión de culpas no es especialmente agradable.

Afirma que se sintió incómodo "cada vez que, por interés electoral, intentábamos situar al PSC (Partido de los Socialistas de Cataluña) en el campo contrario, en vez de aprovechar el componente catalanista y ayudar a los catalanistas que militaban en él" (pág.43), y concluye: "Muchas veces -demasiadas- me dejé arrastrar también por el discurso pujolista. ¡Me sabe mal!" (pág.44). Pues amigo, ese arrepentimiento a toro pasado no sirve para nada y demuestra que era Pujol el que tiraba de tí y no al contrario. Es lógico, por lo tanto, que fuera Pujol quien al final se alzara con el santo y la limosna, es decir, que arrancara a la UDC todos sus activos económicos y personales como denuncia Durán.

Otra cita: "Consideraba que Unió, como fuerza democristiana, tenía que defender Cataluña desde su trinchera ideológica" (pág.43). La pregunta es defenderla ¿de quién? ¿Es que se han visto piratas berberiscos en la costa? La verdad es que los nacionalistas catalanes -o quizás solo Durán- tienen complejo de victimas cuando en realidad hacen siempre lo que les da la gana en el conjunto del Estado; por no recordar que dicen una cosa -por ejemplo participaron en la elaboración y votaron afirmativamente la Constitución de 1978- y luego hacen otra. Eso tiene un nombre: deslealtad a la palabra dada, falta de credibilidad.

Pero volvamos atrás; Durán lamenta no haber aprovechado los elementos catalanistas que había en el PSC, pero ¿y en el PPC o Partido Popular de Cataluña? Supongo que más adelante hablará el autor del Pacto del Tinell en el que todos los partidos se comprometieron a no gobernar Cataluña contando con el Partido Popular. Es el Pacto más antidemocrático que hemos conocido desde que se aprobó la Constitución, y mientras tanto CiU regía muchas entidades locales con el apoyo de ese mismo Partido Popular al que demonizaba. Al final ambos, -PPC y CIU- provenían de una misma clase social.

Termino señalando que -para mí- el problema de la mayoría de los partidos políticos en España no es la política sino la psicología; la ética, la lealtad a un sistema democrático para la convivencia; los odios africanos, la necesidad de tener un enemigo como propia razón de ser y de existir.