Testigos de esperanza

Para los ejercicios espirituales de la Curia Romana del año 2000, Juan Pablo II ha llamado al arzobispo vietnamita Nguyen van Thuan. Así han nacido las veintidós meditaciones sobre la esperanza en el mundo de hoy, presentadas por un testigo de la fe que ha madurado sus reflexiones durante la situación desesperada de su encarcelamiento.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2000 Ciudad Nueva
256
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4
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3.8
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Imagen de acabrero

Estoy de acuerdo contigo en que es un libro interesantísimo, que muestra un hombre extraordinario. Como quizás sepas acaba de fallecer, la semana pasada, después de una larga enfermedad. Es una de esas personas que nos muestran lo que verdaderamente supone vivir en cristiano. Si no lo has leído te recomiendo, del mismo autor, "Cinco panes y dos peces". Es parecido a este que estamos hablando, más breve y pensado como libro de oración, con breves meditaciones en torno a las anécdotas impresionantes de su vida en la cárcel.

Imagen de truman

Este es un libro impresionante. Van Thuan relata su experiencia vietnamita ayudándose de continuos enlaces de fe con Dios en una aventura real. Es el único libro con el conseguido ser sincero conmigo mismo y poder establecer una cierta oración con Dios.

Imagen de cdl

Este libro tiene como eje central la esperanza. Nos habla de una virtud teologal abierta al mundo y al hombre desde la raíz del amor de Dios, que se ha entregado en su Hijo Jesucristo. Las páginas del arzobispo Van Thuan son un testamento de la capacidad de Dios en nuestro mundo, de la fuerza salvífica que tiene la salvación y de la manifiesta autenticidad del hombre que se encuentra con quien le ha creado, su principio y fundamento. Entre los párrafos se van desgranando la abundante ciencia del Evangelio, actualizada permanentemente por la referencia a los Santos Padres, y, como rúbrica personal, su testimonio de cautiverio por Cristo. Decía Charles Péguy que la fe que amo más es la esperanza. El No tengáis miedo se conjuga, en la gramática que utiliza el pueblo de la esperanza, con el verbo del martirio. Así se hará vida la promesa del Señor de estar con los suyos hasta el fin de los siglos, en un arduo camino de santidad posible, que se ve iluminada por el camino, más arduo todavía, de los mártires de nuestro siglo. Decía, y así lo recoge el arzobispo Presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz, que no hay santo sin pasado, ni pecador sin futuro.