Educar la libertad: la falacia de la autonomía



Una de las afirmaciones que llevo
tiempo sosteniendo y que, por ahora, no consigo ver de otro modo es la
siguiente:


LA LIBERTAD
NO ES
AUTONOMÍA
LA
LIBERTAD ES VINCULACIÓN, DEPENDENCIA


Para hacer
más clara la verdad que incluye dicha sentencia, argumentaré los
presupuestos conceptuales.


1. Entiendo
que la libertad sólo puede entenderse en orden a la felicidad.


2. La libertad
al margen del tiempo -en nuestro caso- y al margen de la decisión pierde
toda comprensibilidad.


3. La
libertad sólo parece real en cuanto puede "ejercerse" y
todo "ejercicio" de la libertad es tal si posee intención,
orientación, fin. 


4. Parece por
tanto que el fin, intención u orientación de
todo ejercicio de la libertad es relevante humanamente en
cuanto dice referencia a la felicidad: obviar esto es separar lo
inseparable, es decir, realizar un acto gratuito de división que lleva a
la pérdida de la sustancia inteligible de la libertad.


5. La
felicidad no parece que pueda oponerse a la libertad. Felicidad
y esclavitud no son buenas compañeras, como tampoco lo son
libertad e infelicidad.


6. Por
tanto, el núcleo de la libertad no puede ser contrario al
núcleo de la felicidad, antes bien, deben ser correlativos, toda vez
que existen una en orden a lo otro.


7. Ahora bien,
la felicidad es incomprensible en soledad. Entiendo por soledad la
carencia de vínculo real, consistente, con otra persona o personas.
Allí donde vive la soledad vive la infelicidad.


8. Es
más, parece que la felicidad es la "ligazón" por
antonomasia: el amor parece ser el corazón mismo de la felicidad.


9. Por tanto,
la libertad es tal -es decir, no es esclava- si su ejercicio es en orden a la
felicidad, es decir, en orden al amor, en orden a la
"ligazón" radical humana: el amor a otro.


10. El amor a
sí mismo, la "auto-religación" es la soledad radical,
la cerrazón que nadie puede, realmente, desear. Todo el que se hace a
sí mismo "el Absoluto" parece condenado a la infelicidad: la
indiferencia hacia los demás y de los demás hacia uno mismo.


11. La
autonomía como significado propio de la libertad es la afirmación
de que la libertad tiene como núcleo el sostenimiento del propio ser en
orden al propio ser, es decir, la desvinculación.


12. La
desvinculación, la autonomía, puede ser tenida como algo positivo
sólo si la re-ligación, la vinculación con otros -ellos
mismos- son reconocidos como amenaza de la propia felicidad-libertad.


13. La
libertad que se desea autónoma y teme la vinculación es una
libertad solitaria.


14. Ante la
angustia que genera la libertad autónoma en su principio y en su fin, el
hombre tiende a declinar parte de su libertad, a contradecirla y violentarla
para tener algo de compañía y apagar así la tristeza de la
soledad.


15. Se ve en
este punto que la libertad y la felicidad -al menos la sustancia misma de ella-
se muestran como contrarias: no pueden, de hecho, darse a la vez.


16. En tal
caso:


SI LA LIBERTAD
ES AUTONOMÍA
LA FELICIDAD ES
SOLEDAD


ahora bien


SI LA FELICIDAD ES
AMAR
LA
LIBERTAD ES VINCULACIÓN-DEPENDENCIA 


¿Alguien hay más
dependiente que una madre respecto a su hijo? ¿Alguien más que un
esposo respecto a su esposa? Y sin embargo la sustancia de su libertad
está en la consumación de su re-ligación, en la vivencia
de su mutua dependencia.


 


Consuelo
Martínez
Priego

Prof. De Antropología Filosófica


 


Para leer más:


Gregg, S. (2007) La libertad en
la encrucijada
, Madrid, Ciudadela


Burggraf, J. (2006) Libertad  vivida, Madrid, Rialp


Arana, J. (2005) Los filósofos
y la libertad
, Madrid, Síntesis