El sufrimiento de Dios

    El Prof. Gavrilyuk, Historiador de la Teología y expetrto en Patrología aporta en este luminoso tratado una excelente síntesis del docetismo, arrianismo y nestorianismo en los primeros siglos del cristianismo primitivo.

    El hilo conductor de este trabajo son las disputas teológicas acerca de la conjunción entre la impasibilidad divina y las pruebas irrefutables de la exégesis del Nuevo Testamento sobre el sufrimiento de Jesucristo, pues como recordará en el colofón de su trabajo: “La tradición apostólica, las prácticas sacramentales de la Iglesia, y la muerte de los mártires atestiguaban la realidad de la crucifixión y su vital importancia en la fe” (215)

    La tesis por tanto de este trabajo es que esas interpretaciones heréticas que se dieron y el esfuerzo consiguiente de los Padres de la Iglesia por mantener incólume la Regla de la fe, no se basaban en contradecir la influencia de la filosofía helenística sino en las interpretaciones judaizantes de la Escritura

    El aspecto nuclear de este trabajo es volver sobe la doctrina de los Padres, ciñendose al tema de la impasibilidad divina y la realidad de Redención operada en Cristo: “La compasión divina presupone tanto la pasibilidad como la impasibilidad. La doctrina patrística de la encarnación sostiene ante todo que Dios, permaneciendo divino por completo, se volvió humano, aceptó las limitaciones de la existencia humana, sufrió voluntariamente para la salvación del mundo y triunfó al fin sobre el pecado, la muerte y la corrupción. Dios es impasible, en tanto que puede soportar el sufrimiento, y pasible, en tanto que sufre en y con la naturaleza humana” (25).

    Otro aspecto clave de este trabajo es su aportación acerca de la teología martirial: “Los Padres sostenían que el martirio era un modo de imitar y participar en la pasión de Cristo, precisamente, porque el sufrimiento de Cristo fue real. Insistían, de igual modo, en que sólo porque Cristo tuvo carne real la eucaristía podía ser medicina de inmortalidad para quienes participan con fe del cuerpo y la sangre de Cristo” (32).

    Finalmente, el Prof. Gavrilyuk mostrará con gran claridad, basándose en el tema de la impasibilidad divina, las diversas tesis de los arrianos, diocetas y nestorianos, que tienen de común la negación de todo sufrimiento en Dios y por tanto la negativa a reconocer la doctrina de la Iglesia:  “La Iglesia estableció que el Hijo de Dios sufrió en realidad y no sólo de manera aparente: que fue el Hijo de Dios, no el Padre, quien se encarnó y sufrió; que haber participado en el sufrimiento no mermó la condición divina del Hijo, porque la encarnación fue un acto supremo de compasión divina del Hijo, porque la encarnación fue un acto de compasión divina y, como tal, apropiadísimo y muy conforme a Dios” (33).

    En suma un trabajo de gran calado que vale la pena leer condetenimiento.

 

José Carlos Martín de la Hoz

Paul Gavrilyuk, El sufrimiento del Dios impasible, ed. sígueme, Salamanca 2013, 284 pp.

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Esos errores y desviaciones muestran que para profesar la fe en Jesucristo y en la Redención no basta la inteligencia pues debe haber buenas dosis de docilidad y confianza en el magisterio de la Iglesia. El Triduo Sacro muestra la fe popular y la teología y el magisterio viven en la calle de la verdad, de la realidad.