Pienso, a veces, que hemos perdido el sentido común, quizá la pandemia que estamos padeciendo pueda ser una ocasión para reflexionar un poco y recuperarlo. Negar que somos criaturas, que el mundo en que vivimos y la vida se nos han dado, va contra el sentido común, además de dejarnos abocados a la sinrazón y a un nihilismo de escasos vuelos, que explican probablemente tantas actitudes pesimistas y quejumbrosas con las que nos topamos. Que los hijos se vean como obstáculos y no como un gozoso don va contra el sentido común; negar que estos necesitan padre y madre para crecer y madurar va contra el sentido común; equiparar el matrimonio con todo tipo de uniones va contra el sentido común; la ideología de género, que algunos tratan de imponernos, va contra el sentido común y contra la biología.
Dar preferencia a legislar sobre la eutanasia que a impulsar los cuidados paliativos va contra el sentido común; va contra el sentido común que se considere el aborto como un derecho de la mujer, cuando hablamos de dos vidas distintas, de dos personas distintas; van contra el sentido común unas leyes educativas en las que no se vela por formar la inteligencia y la voluntad de los alumnos y se prefiere igualar por abajo en vez de subir el listón, estimular e ilusionar. Y va contra el sentido común que no sea posible llegar a acuerdos para establecer una ley de educación estable y duradera. Va contra el sentido común el desprecio de las humanidades y cierto papanatismo ante la técnica. Podría seguir con otros muchos ejemplos.
Me apena tanta gente que no va a saber lo que significa tener hermanos, primos, tíos, abuelos… Me parece que pocas cosas forman tanto como una familia numerosa, donde se aprende a convivir, a amarse, a ser solidarios, a no ser egoístas, a compartir, a ser sobrios y a vivir desprendidos de lo superfluo, a sufrir y alegrarse juntos, etc.; y también a apreciar las diferencias y a superar situaciones de tensión, enfado, a saber perdonar y pedir perdón y a algo tan costoso como pedir ayuda, etc.
Feria de Ana Iris Simón y La suerte de conocerte (Diarios, 2018-2020) de Adolfo Torrecilla son dos libros que he leído recientemente y que me parece que en buena parte ofrecen un canto al sentido común. Con un estilo vivo, nos acercan a gente corriente, a historias cotidianas, pero llenas de humanidad, por esto son libros en los que la risa fluye con naturalidad, y no porque nos den una imagen edulcorada de la vida ni mucho menos. Son textos bien asentados en la realidad más cotidiana, a menudo bastante dura, pero que nos ayudan a descubrir su grandeza y su belleza. En el fondo, nos invitan a recuperar nuestras raíces cristianas, no de un modo teórico, sino por la vía de los hechos.
Luis Ramoneda
Ana Iris Simón. Feria. Circulo de tiza. 2020.
Adolfo Torrecilla. La suerte de conocerte (Diarios, 2018-2020) Rialp. 2021.