Al servicio de la verdad

Hoy el sacerdocio atraviesa una profunda crisis y hay confusión sobre la tarea y función del sacerdote. Ser sacerdote no es un trabajo sino una vocación y un camino de santificación: el sacerdote es un servidor de Cristo y, por tanto, del prójimo.

En este libro, el cardenal Robert Sarah aborda el problema de la decadencia moral y espiritual del clero y advierte de los peligros que existen en la Iglesia hoy: el arribismo, la mundanalidad y la notoriedad en las redes sociales. Para mantener el celo por el ministerio, en cambio, es necesaria una vida de oración, de ascetismo y un fuerte apego a la Liturgia, porque sobre todo en la celebración de la Santa Misa es posible encontrar la verdadera alegría y la razón de ser de la propia vida sacerdotal.

Ejercicios predicados por el cardenal Sarah a sacerdotes.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2021 Ediciones Palabra
153
9788413681061
Valoración CDL
3
Valoración Socios
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El libro Al servicio de la verdad constituye una síntesis de lo que debe ser la formación y vida de los sacerdotes. El cardenal Sarah advierte sobre la decadencia moral y espiritual que se da actualmente en parte del clero. Las causas -según el autor- estarían en la carencia de una educación humana y espiritual previa en el seno de las familias, el posible desorden en la vida de los sacerdote, la mala influencia de internet y la escasa preparación teológica y doctrinal.

San Juan Pablo II, en su encíclica Pastores dabo vobis, habla de la formación humana, intelectual, espiritual y pastoral de los presbíteros. El sacerdote -explica el autor- debe llevar un estilo de vida ordenado y educado "en la forma de vestirnos, peinarnos, hablar y de movernos" (pág.101). Deben ser valientes para proclamar la verdad, leales, generosos, afables..., que vivan auténticamente la paternidad sobre los fieles. Los que tenemos una cierta edad -añado yo- hemos conocido a ese tipo de sacerdotes, a los cuales reverenciábamos.

Concluye el cardenal que es preferible la calidad que el número, pocos sacerdotes y buenos (pág.108). Se trata de una idea importante en la situación actual de escasez de sacerdotes, pero -añadiría yo- para la calidad de los sacerdotes es necesaria la calidad de sus formadores y modelos. Dado que el primer formador para el sacerdote es su obispo -escribe Sarah- nos encontramos en la situación en que deberían existir grandes obispos, pero en realidad muchos presbíteros se resisten a la ordenación episcopal considerando la cruz que ello supone y que perderían libertad (pág.148).

Sarah se refiere en varias ocasiones a la vida del santo cura de Ars, patrono del clero, y a su vida de oración y penitencia. Advierte sobre tres actitudes erróneas: el pragmatismo, consistente en pensar que lo principal en la vida del sacerdote es su actividad externa; el buenismo o falta de visión crítica sobre el mundo y las almas, y el sentimentalismo de pensar que la santidad supone sentirse satisfecho con uno mismo. Señala la utilidad de la vestimenta sacerdotal, la cual supone disponibilidad en el hombre de Dios, y advierte sobre las incomprensiones con las que puede encontrarse el clérigo que quiera cumplir con este ideal, ya sea por parte de sus compañeros e incluso por parte de su obispo.

El siguiente capítulo se refiere a la vida espiritual y ascética del sacerdote (117). El autor utiliza el símil del espejo: el sacerdote debe ser un espejo que refleje con su vida la imagen de Cristo. Advierte que la santidad no se alcanza mediante reflexiones ni a través de una disciplina meramente humana sino a través del trato con el Maestro. Se pregunta: "¿Cuánto tiempo gasto con Jesús?" (pág.122). Una oración ante el Santísimo Sacramento para que sea Él quien conduzca el alma. "Sin vida espiritual -advierte- el corazón se queda frío y vacío" (pág.128). También las pequeñas mortificaciones y renuncias nos hacen crecer espiritualmente y pide "hacer algún sacrificio por amor a Jesús" (pág.139).

El cardenal Sarah se expresa con gran claridad. Podemos preguntarnos si los defectos que describe se producen solo en algunos lugares o tienen carácter general, pero el autor escribe desde la Sede Apostólica, centro de la Iglesia, y afirma haber consultado con otros obispos y que estos tienen la misma apreciación sobre algunos -no todos- de sus sacerdotes. Pienso que la lectura de esta obra puede ser de gran utilidad, no solo para los sacerdotes sino también para los fieles, que tienen derecho a saber lo que pueden esperar de sus pastores.

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Como siempre, el cardenal Sarah es muy claro en sus opiniones. No se corta y advierte a los sacerdotes de los problemas que pueden surgir en la sociedad actual si no hay una decisión muy firme de entrega y de santidad. Las cosas no son fáciles para los sacerdotes jóvenes. Sin duda es un libro de un gran interés para los sacerdotes y, por los temas de que habla, también para otras muchas personas que quieran estar al día de cuáles son las problemáticas para una vida cristiana. Muy recomendable para sacerdotes. Leer artículo >>

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Textos de unos ejercicios espirituales sobre la vocación sacerdotal.  Leer artículo >>