Capricho

Goya, el más fiel cronista de su tiempo, cede a los apasionados caprichos de tres de sus musas sin medir las consecuencias que estos desatinos le pueden deparar. La condesa-duquesa de Benavente, la duquesa de Alba y la condesa de Chinchón, como el reflejo de la sabiduría, la seducción y la dulzura, tres de los atributos que el pintor más admira en la mujer, resucitan en esta novela para guiar al lector por el languidecer del siglo XVIII y el convulso nacimiento del XIX. Bajo su mecenazgo paseará por los teatros, plazas, conventos y palacios para profundizar en aquella acomodaticia sociedad que, rendida al divertimento y la desidia, a punto estará de perderlo todo a manos de los invasores napoleónicos.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2012 Booket, Planeta, Barcelona
395
9788408112334
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Imagen de Azafrán

Novela histórica que tiene por escenario los últimos años del siglo XVIII y los primeros del XIX, la España del reinado del Borbón Carlos IV, casado con María Luisa de Parma, el valido y amante de la reina, Godoy, el repetido intento de acceder a la corona de su hijo Fernando VII, la invasión de las tropas francesas de Napoleón, la salida de España hacia Bayona –Francia- de la familia real y la imposición en el trono de José Bonaparte y finalmente la sublevación del pueblo español frente a Napoleón y la guerra de la Independencia.

La historia de España la cuenta la condesa duquesa de Benavente, casada con el duque de Osuna. La condesa duquesa de Benavente construyó el palacio y los jardines del Capricho, a la afueras de Madrid y en aquel palacete colgó numerosas obras del pintor Goya, como por ejemplo, los grabados de igual nombre “Los caprichos de Goya” en los que el artista criticó los principales vicios de la sociedad que conoció.

La condesa duquesa de Benavente fue amiga de la decimotercera duquesa de Alba, de nombre Cayetana. La relación de ambas se enriquece el relato así como constituye la intriga de la novela pues Cayetana parece ser que fue el modelo recreado en el cuadro de Goya “la maja desnuda” y más tarde el otro de “La maja vestida”. Si bien, la cara no corresponde a la de la duquesa de Alba por mantener así el anonimato.

La Inquisición –tribunal civil que trataba de imponer como ley una moral social-  perseguía los desnudos en la pintura que no estuviesen justificados por motivos bíblicos o mitológicos. Goya, para evitar problemas a la duquesa dejó la cara sin pintar y finalmente representó en ella a la amante de Godoy, Pepita Tudó, más tarde condesa de Castillofiel por voluntad de la reina y también amante de Godoy. Godoy utiliza malas artes para hacer desaparecer el cuadro de “la maja desnuda”, quedárselo e incriminar a una sirvienta de la condesa duquesa de Benavente además de asesinar al novio de la empleada.

La esposa legal de Godoy fue María Teresa de Borbón, sobrina del rey Carlos IV, condesa de Chinchón que fue casada a los quince años por voluntad real y de cuyo matrimonio nació Carlota Luisa Manuela de Godoy y Borbón.

         La condesa de Chinchón permite conocer los aspectos negativos del favorito, Godoy y de la corte. Detesta a su marido por la constante afrenta que le suponía tener que compartir casa y mantel con la amante de su marido y los hijos de ambos. Intentó alejarse de Godoy pero los reyes se lo prohibieron. Las tres amigas se opusieron a las políticas de Godoy y se granjearon las antipatías de la reina. Sufrieron las malas artes del favorito lo que supuso un destierro de la familia  de Pedro Osuna, esposo de la Duquesa de Benavente, durante unos meses a París, de camino a Viena, bajo la promesa de la embajada en Viena.

Lo que realmente deseaba Pedro de Osuna era la embajada de París. No la de Viena, de muy difícil desempeño por la enemistad de España con los aliados Inglaterra e Imperio Astro-húngaro. Godoy mantiene a los Osuna alejados de la corte durante un año a la espera de un nombramiento que no llegará nunca. Pedro de Osuna enferma y es entonces cuando le llega la orden de que acuda al frente en el Rin. El duque aduce su enfermedad y es autorizado a volver a España. De vuelta a Madrid, el duque de Osuna fallece y es su esposa quien tiene que cuidar del patrimonio y casar a sus hijos e hijas.

Es entonces cuando la duquesa de Alba enferma y muere. Sus bienes son espoliados por Mª Luisa de Parma y por Godoy quien ansiaba el palacio de Buenavista, uno de los palacios de la casa de Alba y el cuadro de la Venus pintado por Velázquez.

La invasión de los soldados de Napoleón supuso el destrozo de su finca “El capricho” en la que acamparon. La condesa de Benavente consiguió mantener a salvo a su familia, en su casa de la Cuesta de la Vega, en Madrid.

La generosidad de la condesa-duquesa de Benavente queda manifiesta en los momentos de ocupación francesa. Da la orden de abrir las puertas de su casa y dar de comer a los más pobres de Madrid una vez al día.

A pesar del sacrificio de vidas humanas y los desastres que supuso la invasión del mayor ejército que entonces existía, hubo españoles que defendían la intervención de los franceses como único medio de cambio. La España de Fernando VII, una vez perdida gran parte de su flota en abierto enfrentamiento con Inglaterra por su amistad con Francia, dejó de perdió también el dominio del mar y su comercio con las colonias decayó. La economía sufrió un parón. La población de la península padecía desocupación en un gran alto índice. La tierra, primera y casi única posibilidad de ocupación, estaba concentrada en grandes latifundios. Y el desarrollo industrial apenas apuntaba.

La ignorancia del pueblo le impedía discernir la bondad de las actuaciones de los hombres de estado. Confían ciegamente en el rey y por eso son capaces de luchar contra un Napoleón que se lleva a los Borbones a Francia y coloca en el trono a su hermano José Bonaparte.

Napoleón espolió también el patrimonio de los españoles. Algunos carros cargados con obras de arte no pudieron abandonar España. Entre los bienes recuperados aparecieron los cuadros pintados por Goya, la maja desnuda y la vestida, entre otros muchos.

Durante el tiempo en el que la autora encuadra esta novela, México continuaba siendo Virreinato. Pero ya suenan voces de independencia. México conoció su independencia en 1811. Sin embargo, Francia invadió México en 1861 con la disculpa de que estaban en Bancarrota tras la guerra con los EEUU, guerra en la que México perdió dos millones de kilómetros cuadrados en el oeste y sur de los EEUU (Nuevo México, Texas, Arizona, Nevada, Utah,

Kansas y parte de Oklahoma). La invasión francesa colocó en el trono mexicano a Maximiliano I de Austria, desde 1863 a 1867, cuando los mexicanos consiguieron vencer a los franceses y obligarles a abandonar su tierra.

Almudena de Arteaga envuelve el difícil comienzo del siglo XIX español en el misterio de las pinturas de Goya.