Cuando sale la reclusa

El comisario Jean-Baptiste Adamsberg, tras unas vacaciones en Islandia, al regresar a Francia se interesa por la muerte de tres ancianos a causa de las picaduras de una Loxosceles Rufescens, más conocida como la reclusa: una araña esquiva y venenosa, pero en ningún caso letal.

Adamsberg, que parece ser el único intrigado por el extraño suceso, comienza a investigar a espaldas de su equipo, enredándose inadvertidamente en una delicada y compleja trama, llena de elaborados equívocos y profundas conexiones, cuyos hilos se remontan a la Edad Media.

Un caso elusivo y contradictorio que se escapa a cada momento de las manos del comisario, haciéndole regresar a la casilla de salida. Sólo sus intuiciones, tan preclaras como dolorosas, serán capaces de devolverle la confianza que necesita para salir ileso de la red tendida por la más perfecta tejedora...

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2018 Siruela
408
978-84-17308-12
Valoración CDL
3
Valoración Socios
2.5
Average: 2.5 (2 votes)
Interpretación
  • No Recomendable
  • 1
  • En blanco
  • 2
  • Recomendable
  • 3
  • Muy Recomendable
  • 4

2 valoraciones

3
2

Comentarios

Imagen de Ran

La ficción todo lo soporta, y aunque se trata de una novela policiaca el argumento y su tratamiento es tan original -aunque escabroso está bien tratado-, que la acción transcurre de un modo "¿irreal?", esperpéntico diría, que se asemeja más bien a un caldo mental traído por los pelos del comisario encargado de la investigación, que lo distancia tanto de un caso policial que se sustente sobre la tierra, aunque se trate de arenas movedizas, que su tratamiento se asemeja más a un bodrio mental que a un desarrollo aunque original más lógico.
Por el contrario, la autora guía la trama a partir de indicios psicológicos, prejuicios mentales -intervención psiquiátrica incluida- y la ilógica racionalidad del subconsciente del comisario, que relaciona historias inverosímiles tejiendo un relato que concluye como si de una sesión de prestidigitación se tratara, sacando de la manga un as producto, como ya he indicado, del caldo mental del comisario.
Con todo, la novela se lee bien, con las salvedades ya señaladas, y mantiene el interés: curiosidad por saber y descubrir cómo saldrá de los laberintos mentales en los que se zambulle. Mantiene una cierta tensión moral con respecto a la acción de la justicia que el asesino toma por su cuenta y la simpatía de que así se haga cuando la sociedad y la justicia oficial quedan encajonados en la frialdad de un proceso institucional.
Es la primera novela que leo de esta autora -recientemente galardonada con el premio Princesa de Asturias-, y me hace pensar que tal vez su obra discurra por otros derroteros más al uso del género literario que practica, desarrollando casos más verosímiles y menos enrevesados en su exposición, facilitando la labor del lector para seguir el hilo argumental con cierta lógica sin sobresaltos mentales inverosímiles.