Dios o nada

En esta entrevista amplia, variada (autobiográfica y doctrinal; experiencial y conceptual; africana, romana, universal...), sincera, briosa y en tantos momentos cautivadora, el cardenal Sarah aborda con altura y franqueza los grandes temas eclesiales de la actualidad: desde la misión de la Iglesia, la evangelización, la liturgia o la oración, al celibato sacerdotal, las vocaciones, la lucha contra la pobreza o las más candentes cuestiones en torno a la familia y al matrimonio.

"He leído Dios o nada con gran provecho espiritual, alegría y gratitud. Vuestro testimonio de la Iglesia en África, del sufrimiento durante la época del marxismo en Guinea y de una vida espiritual dinámica, tiene gran importancia para la Iglesia. Es singularmente relevante y profundo lo que afirma acerca de la centralidad de Dios, la celebración de la liturgia y la vida moral de los crsitianos" (De Benedicto XVI, en la contraportada).

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2015 Palabra
352
978-84-9061-305

Entrevista con Nicolás Diat.

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Dios o nada, del Card. Robert Sarah es un tratado de vida cristiana. Sacerdote, obispo y cardenal de la curia vaticana, la biografía constituye la parte más conmovedora del libro. Para el resto, Sarah se va sometiendo a las preguntas de un periodista francés a las que responde con gran inteligencia sobre determinados puntos controvertidos en la  sociedad actual y en la Iglesia: Individualismo, materialismo, ateísmo, familia, homosexualidad e ideología de género, sacerdocio y otros.

La biografía comienza con la llamada de Robert a la fe y al sacerdocio en una remota aldea de Guinea-Conakri. Esta había sido objeto de reciente evangelización por parte de unos misioneros franceses, los espiritanos, de cuya santidad Robert siempre guardará recuerdo. Un dictador marxista, Séku Turé, expulsó de Guinea a los misioneros y la Iglesia de ese país comenzó una travesía del desierto, sin sacerdotes, en la que los catequistas y los consejos parroquiales pudieron conservar la fe de las comunidades.

Puede hacerse una síntesis de los consejos que da el Cardenal a los que quieran seguir siendo católicos: Oración, pobreza frente a la llamada sociedad del bienestar -"no se puede entender a Dios en la abundancia y el bienestar" (pág.277)-, formación, una reforma que comience en los seminarios y en los colegios católicos, y el encuentro con Cristo en los Sacramentos y la Liturgia.

Sarah tiene la delicadeza de mencionar ciertos puntos oscuros sin dar nombres. Da testimonio de la confusión que se produjo a raíz del Concilio con una reforma litúrgica que tuvo lugar "con cierta violencia y sin ninguna preparación": "Soy testigo -escribe- de que la chapucera iniciación de la reforma litúrgica causó estragos entre la población más humilde, que no comprendía la rapidez de aquellos cambios ni su razón de ser" (pág.100). Relata como el Obispo de Conakri mandó destruir el baldaquino y el altar mayor de la Catedral con gran indignación de los seminaristas.

La Eucaristía -continúa- no está hecha por hombres y para hombres, sino que es el sacrificio del mismo Cristo que se entrega a las almas. Repetidamente recuerda la imposibilidad de admitir a la comunión a los divorciados y casados civilmente: "La cuestión de los divorciados que se han vuelto a casar -afirma- no es una cuestión urgente, es una obsesión de determinadas Iglesias occidentales" (pág.336). "El verdadero escándalo -continúa- no consiste en la existencia de pecadores, sino en la confusión que se da en los pastores católicos"; "no se puede entender que haya pastores que sometan a votación la ley de Dios" (págs.341-342). Y "a quien tiene una fe clara se le tacha de fundamentalismo" (pág.217).

Sobre la homosexualidad señala que "una cosa es respetar a las personas homosexuales y otra promover la homosexualidad como modelo social" (pág.197). Se ha abierto un foso entre la Iglesia y parte del mundo en cuanto al matrimonio y la familia (pág.208). "Pablo VI vio [en la encíclica Humanae vitae] la amenaza de destrucción de la familia por la privación de los hijos" (pág.338). "La destrucción de la vida ya no es un hecho bárbaro, sino un progreso de la civilización que maquilla con buenos sentimientos situaciones abominables" (págs.194-195).

El autor concluye que "la fe en Cristo no puede ser una emoción o un sentimiento; debe convertirse [para los católicos] en el molde de toda su vida privada y pública, personal y social. La segunda urgencia es formar familias cristianas sólidas" (pág.336). En resumen, el libro es un medio de formación precioso para los católicos y aún para no católicos.

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Entrevista muy clarificadora sobre la situación de la iglesia en el mundo, en África y testimonio de la propia vida del Cardenal. 

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Libro interesantísimo, que nos acerca a los católicos de África, y al heroísmo con el que viven a menudo la fe, y a una figura destacada de la Iglesia, una persona que muestra una gran fe y un profundo amor a Dios y a los hombres.

Imagen de José Ignacio Peláez Albendea

El primer tercio del libro está dedicado a los recuerdos de la vida del Cardenal Robert Sarah, desde su infancia en una aldea en la selva de Guinea Conakri hasta su memoria de los siete Papas que ha conocido: Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI y el Papa Francisco. Destacan en esta primera parte su heroísmo en la defensa de la libertad de la Iglesia durante la dictadura marxista de Séku Turé, que encarceló al arzobispo de Conakri, Tchidimbo, durante ocho años en un campo de concentración, y planeó asesinar a su sucesor, Robert Sarah, nombrado por Pablo VI con 34 años; en su momento fue el obispo más joven del mundo.

El resto del libro está dedicado a preguntas sobre Dios, la Iglesia y el mundo, cuestiones perennes y actuales, como la Iglesia y la crisis del postconcilio, Cristo en el centro de la historia humana, dar a Dios su justo lugar en el mundo y en la vida de los hombres, la colegialidad episcopal, la formación y la santidad de los sacerdotes, el celibato sacerdotal, la mujer en la Iglesia, la vida de oración y la vida litúrgica, la ideología de género y el programa de algunas agencias de la ONU que la impulsan, el relativismo y el nihilismo, el impulso misionero, la lucha contra la miseria y la pobreza, la crisis espiritual de la vieja Europa, la reforma de la Curia emprendida por el Papa Francisco (reforma, en primer lugar, de oración y santidad), la Encíclica Humane Vitae, el aborto y la eutanasia, el diálogo fe-ciencia-razón, la pederastia, la Encíclica Evangelii Gaudium, la piedad popular, el matrimonio y la familia, los santos, el Sínodo de la Familia…

El libro está planteado como una amable y muy interesante conversación sobre estos y otras relevantes cuestiones actuales, que el Cardenal Sarah afronta con sabiduría y elocuencia. Se trasluce su honda piedad y confianza en Dios y su capacidad de trasmitir la fe de la Iglesia al hombre contemporáneo, con razones y ejemplos vivos y actuales, defendiendo la fe con serenidad y misericordia con las personas, pero con claridad y fortaleza ante los errores actuales. El punto de vista de la sensibilidad de un hijo de África hacia algunas cuestiones, aporta también novedad y frescura. Libro muy recomendable.