El libro está dedicado a explicar el proceso judicial al que fue sometido Adolf Eichmann en Jerusalén después de haber sido secuestrado (1961) en Argentina por los servicios secretos israelíes. Se intentó un juicio internacional parecido al de Nuremberg pero dedicado a ajustar cuentas sobre el capítulo judío en exclusiva (Eichmann había sido encargado específicamente del problema judío aunque no fue de los que diseñaron los "planes de actuación" y tampoco fue responsable directo de muerte alguna).
El proceso estuvo especialmente contaminado de influencias políticas y cayó con frecuencia en un tono panfletario prosionista, a pesar del esfuerzo de los jueces por evitarlo; de manera que Eichmann fue en muchos momentos una disculpa para avivar los recuerdos del holocausto y hacer patria.
Arendt hace un repaso del papel de los jueces, del fiscal, del abogado defensor, de los testigos (de algunos) y del propio Eichmann. También intenta resolver del modo más justo posible las verdaderas responsabilidades del acusado.
Como consecuencia de ese repaso, critica las incoherencias de muchos judíos durante el proceso, las de otros judíos durante la persecución nazi, la de los alemanes durante la guerra, la posguerra y en los momentos del juicio, la postura de diversas naciones ante la postura nazi contra los judíos..., analiza la personalidad (mediocre, mendaz y fantasiosa) de Eichmann y apunta un análisis sobre la banalización del mal (la capacidad del totalitarismo para ocultar los crímenes masivos bajo una débil responsabilidad colectiva).
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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2004 | Debolsillo |
448 |
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