La tesis del autor en este libro es que el núcleo del cristianismo no está en el dolor sino en el amor. Las mortificaciones pasivas son la caricia que Dios nos hace cada día; los sacrificios voluntarios nos hacen libres para superar las malas inclinaciones insertas en nuestra naturaleza: comodidad, soberbia, rencor, ira... Aceptar los unos y los otros nos acerca a la imagen de Cristo que los demás deberían poder ver en los cristianos. El dolor no es un fin en sí mismo sino un medio, Dios nos quiere felices y libres.
Con atrevimiento -que hay que entender- Jose Pedro Manglano escribe que el cristianismo no es la religión de la cruz sino del amor. Sugiere no fijarse tanto en la Cruz como en el amor del Crucificado.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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2021 | CTEA Ediciones |
179 |
978-84-17728-43-4 |
Subtítulo: Cuando hacemos del cristianismo una religión pereza. |
Comentarios
Recuerdo que cuando era niño
Recuerdo, cuando era niño, haber oído hablar de San Simeón Estilita. Al parecer este santo, por mortificación, pasó su vida subido a una columna. Yo me preguntaba entonces ¿para qué? En sentido contrario, de San Jerónimo Emiliano se nos dice que vivía debajo de una escalera. No cabe duda de que los ejemplos de santos que nos ponían entonces eran raros y poco útiles. No tenían más valor que el sacrificio que habían supuesto para el sujeto que -se supone- así alcanzaba la santidad. No cabe la menor duda que eran ejemplos más útiles para religiosos -y aún no para todos- que para seglares y además niños.
El sacerdote Jose Pedro Manglano trata con universitarios y no les propone esos modelos de santidad. No tendría sentido. Nos habla, por el contrario, de los santos de copas, algo ciertamente atrevido pero normal en nuestros tiempos. Tómate un gin tonic pero ama a Dios y preocúpate por los que te rodean; haz una excursión en moto pero no descuides la Misa del domingo porque ahí te espera el Señor; no faltes a la castidad porque enturbiaría tu mirada para metas más altas. "No vayas por ahí contando tus penas y sufrimientos. Así nunca aprenderás a sufrir". E insiste: "¿No es verdad que seguimos viendo el bien en el éxito y el mal en el sufrimiento?" (pág.141).
El autor lamenta que algunos presenten el cristianismo como un camino duro, de exigencia, negación y renuncia: "Transmiten un cristianismo -escribe- negativo, oscuro y triste". Citando al Cardenal Danielou señala cómo "solo el amor orienta y da sentido al dolor" (pág.41). También Ratzinger, en Introducción al cristianismo, cuestiona "si la redención dependiera de la mayor suma posible de dolores" (pág.30). Sorprende que Manglano no utilice la conocida cita de San Pablo a los Corintios: "Si repartiera toda mi hacienda y entregara mi cuerpo al fuego, si no tengo caridad de nada me aprovecha" (I Cor. 13-3); y es que el amor es el mandamiento más importante (Mt.22, 37).
¿Cuál es entonces el papel del dolor, de la mortificación en nuestras vidas? En primer lugar -escribe el autor- unir nuestras voluntades a la voluntad de Dios: "Las cruces no buscadas podemos hacerlas sagradas introduciéndolas en nuestra relación con Dios" (pág.94). El segundo objetivo del sacrificio es ganarnos libertad para amar, frente a todo aquello a lo que tiende nuestra naturaleza caída: Comodidad, desorden, dificultad para el trabajo puntual y esforzado, desatención de nuestros deberes familiares y profesionales, caprichos, desorden en la higiene, incumplimiento de los compromisos, desatención a las personas que sufren..." (Cfr.pág.117). Las pequeñas mortificaciones voluntarias pueden ayudarnos a mejorar en estas áreas. El autor añadirá más adelante como un campo importante de mortificación "sobreponerse a los bajones y malos humores".
En tercer lugar una vida austera, sacrificada, hace posible que los demás vean en nosotros la imagen de Cristo: "Una prueba de la veracidad de la fe es la vida de los cristianos" -leemos. Esto no quiere decir que tengamos que renunciar a ser nosotros mismos: "Jesús no contradice los deseos mas profundos del corazón humano" (pág.158) -afirma Manglano-; por ejemplo la ilusión por hacer algo grande con nuestra vida: "Nuestro interés no está en alcanzar una vida cómoda -dice-, sino que la felicidad y plenitud la encontraremos en una vida enamorada" (pág.167).
Como en todos los libros que suponen reflexión, entendemos mejor éste en una segunda lectura que en la primera. Desconocemos qué quiere decir el autor con la expresión una religión pereza, que utiliza en el subtítulo y varias veces a lo largo del texto.