El periodista y el asesino

El 17 de febrero de 1970, en Fort Bragg, Carolina del Norte, la esposa e hijas del médico militar Jeffrey MacDonald fueron asesinadas. La esposa, Colette, tenía veintiseis años y estaba embarazada, Kimberly contaba cinco años y Kristen dos. MacDonald afirmó que unos desconocidos habían entrado en la vivienda y asesinado a las mujeres, pero todas las sospechas apuntaban hacia él por lo que fue juzgado y condenado, aunque nunca reconoció su culpabilidad.

El periodista y escritor Joe McGinnis se comprometió a escribir un libro en el cual el médico resultaría exonerado; MacDonald confió en él y se firmó un contrato, mas cuando se publicó Visión fatal, en 1983, MacDonald aparecía como un asesino. 

Janet Malcolm estudia este caso desde el punto de vista de la ética periodística y la responsabilidad del escritor.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2012 Gedisa
237
978-84-9784-690-5

Original de 1990.

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No era la primera vez que Joe McGinnis actuaba así; en 1968, luchaban por la Presidencia Nixon y Humphrey y el periodista se infiltró en la organización electoral de Nixon; después publicaría el libro Cómo se vende un presidente (Península, 1974), en el que destapaba todas las maniobras que se habían realizado para presentar a Nixon como un candidato aceptable para el electorado norteamericano. El libro constituyó un best-seller.

Diez años más tarde McGinnis repitió la operación, esta vez con un caso criminal que había apasionado a la opinión pública norteamericana: el de un médico militar acusado de matar a su esposa y a sus dos hijas. El médico, Jeffrey MacDonald, estaba convencido de que sería absuelto e integró a McGinnis en su equipo de defensa, le consideró su amigo, autorizó que consultara todos sus documentos y se cartearon frecuentemente. El escritor había convencido a MacDonald de que en el libro iba a quedar clara su inocencia y ambos firmaron un contrato por el que el médico iba a participar en los beneficios por la venta del mismo; cuando Visión fatal vio la luz en 1983 (en España, Ediciones B, 1994), Mac Donald aparecía como un psicópata asesino y demandó a McGinnis.

La autora de El periodista y el  asesino, Janet Malcolm, considera fraudulenta la táctica de McGinnis para obtener información, una inmoralidad que hace extensiva a toda la profesión periodística; considera que el entrevistador debería informar previamente al entrevistado sobre cuál es su punto de vista acerca de la cuestión y cómo va a presentarla ante la opinión pública. Plantea si es admisible mostrar simpatía con el entrevistado a fin de provocar sus confidencias y posteriormente presentarle de una forma menos favorable. Afirma que los entrevistados, por vanidad, desconocimiento e incluso a causa de su soledad cuentan al periodista cosas que no hubieran manifestado a otras personas, ignorando que éste puede elaborar las declaraciones según su particular punto de vista, el de la empresa para la cual trabaja e incluso conforme a la opinión pública dominante.

Como MacDonald había demandado a McGinnis, la autora entrevista a las partes, a los abogados, a psicólogos e incluso a otros escritores que habían testificado en el juicio; de esas entrevistas se desprende que la cuestión no sólo afectaba a la ética periodística, sino que también había cuestiones jurídicas y psicológicas; en este último aspecto nadie entendía por qué MacDonald, si era inocente, se mostraba tan poco afectado por la pérdida de toda su familia. La exposición de la autora es algo desordenada y maximalista, muy poco matizada, y la traducción del inglés no es buena. El libro necesita ser estudiado en el contexto de unas lecciones sobre ética periodística, psicología de la información e incluso acerca de la responsabilidad jurídica del periodista y escritor.

Para lectores interesados en la materia.