El príncipe que todo lo aprendió en los libros

Esta comedia teatral presenta la historia de un príncipe que, de tanto leer cuentos de hadas, se cree un príncipe azul. Su padre, el Rey, para hacerle ver que la vida no tiene que ver con los libros que lee, le ordena emprender un viaje con su preceptor y su bufón para sacarlo de su engaño. Pero en el transcurso del viaje, el príncipe lo confunde todo: una anciana es un hada madrina, un señor gruñón y gordo es un ogro, la hija de un rey es la mejor de las princesas para contraer matrimonio, etc. Parece que el príncipe ha perdido la cabeza completamente, y sus dos acompañantes en el viaje tampoco parecen mucho más cuerdos... Pero al final de su aventura, quizá estaremos de acuerdo con el príncipe cuando dice: "Aprendí que es preciso soñar cosas bellas para realizar cosas buenas. ¡Gloria a mis cuentos de hadas!".

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2016 Juventud
90
978-84-261-4406-5
Valoración CDL
3
Valoración Socios
4
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Obra de teatro infantil y juvenil sobre la relación entre los cuentos y la vida real. Dividida en dos actos, esta comedia presenta la historia de un joven príncipe cuya educación se ha basado esencialmente en los libros, pero ya ha llegado el momento de adentrarse en la vida real. Como afirma su padre, el Rey, “el Príncipe sabe todo lo que pueden enseñar los libros y los maestros; pero es preciso que conozca el mundo” (p. 9). De esta forma, el joven Príncipe Azul comienza un viaje iniciático acompañado de su preceptor y de Tonino, su bufón. A lo largo del camino, el príncipe conocerá todo tipo de personajes, buenos y malos, que le harán madurar y crecer como persona: porque siempre podremos encontrar un anciano que nos ayude, un ogro malvado o, incluso, un rey Chuchurumbé dispuesto a concedernos la mano de una de sus tres hijas si somos capaces de superar las pruebas.

El autor de la obra es Jacinto Benavente (1886-1954), uno de los dramaturgos más importantes del siglo XX y Premio Nobel de Literatura en 1922. En esta obra, escrita en 1909, muestra de nuevo su espíritu crítico sobre la sociedad con ironía y elegancia. Y así, el Príncipe se asemeja a un joven Quijote, idealista e ingenuo, que confunde la realidad y cae en algunos “desatinos” a causa de sus lecturas. Mientras que el bufón Tonino, que va poniendo el toque humorístico, siempre está apegado a la realidad y se rige por las necesidades materiales más elementales, como le ocurre a Sancho Panza. Y, aunque en su viaje el Príncipe va descubriendo la diferencia entre realidad y fantasía, finalmente reconoce que la imaginación es una parte esencial de la vida: porque su viaje es “el puente que hemos de tender entre la verdad y la ilusión”. Así pues, se trata de una obra muy recomendable para ser representada para niños o, incluso, por los propios niños.