Ginko, la Primera Doctora

«Si hubiera mujeres médico, yo e infinidad de mujeres como yo se ahorrarían esta horrible vergüenza… ¿Por qué no me convierto en doctora y ayudo a todas esas mujeres? Aquel repentino pensamiento retumbó en lo más hondo de su ser. Llenó el vacío de su corazón, el corazón de una joven de diecinueve años que había fracasado en su matrimonio y perdido la esperanza en el futuro.» 

Ginko Ogino parece destinada a una vida convencional, dominada por la sociedad machista del Japón del siglo XIX. Pero cuando su marido le contagia la gonorrea, una enfermedad entonces incurable, conoce la soledad y la marginación. Incapaz de soportar la humillación de ser examinada por hombres, los únicos autorizados a ejercer la medicina occidental, decide convertirse en la primera doctora de Japón. 

Ésta es la historia real de una lucha sin tregua que rinde homenaje a todas las mujeres que desafiaron a su tiempo. Con más de un millón de ejemplares vendidos en el país nipón, llega a las manos del lector en español la epopeya de la primera mujer que consiguió estudiar y ejercer la medicina occidental en Japón, el relato de un sueño hecho realidad.

 

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2009 Seix Barral
399
978-84-322-3191
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Historia de la japonesa Ginko Ogino que, a finales del siglo XIX, consiguió ser la primera mujer que estudió y ejerció la medicina. Tras casarse a los 16 años de edad en un matrimonio concertado por las familias, su marido le contagió la gonorrea, enfermedad entonces incurable. Humillada por tener que soportar ser examinada por hombres -los únicos autorizados a practicar la medicina occidental-, decidió convertirse en doctora para poder ayudar a las mujeres y evitarles el sufrimiento que ella había padecido. Médico y escritor, el autor relata la vida y la lucha sin tregua que sostuvo la protagonista que, debido a la sociedad en que nació, casi nunca pudo contar con la ayuda de su familia ni de las instituciones civiles y académicas. Tras aceptar el divorcio para alejarse del hombre que la había tratado con tanto desprecio, marchó a Tokio para aprender cultura general e intentar después acceder a la Escuela de Medicina, lo que le obligó a afrontar el continuo rechazo de compañeros y profesores, aunque siempre tuvo el apoyo de un maestro. Años después se convirtió al cristianismo congregacionista y en una reformadora social que se esforzó por mejorar la condición de las mujeres. Falleció en 1913, a los 63 años de edad. El relato, aunque novelado, permite comprender los sufrimientos de Ginko Ogino y su valía personal. Las cuestiones religiosas y algunas motivaciones están bien enmarcadas en su contexto sociohistórico. El estilo es directo y adecuado para el tema, y capta la atención del lector desde el principio