Otra vida por vivir

"Nadie debería escribir después de los setenta y cinco años", había dicho un amigo. A los setenta y siete, bloqueado como escritor, Theodor Kallifatides toma la difícil decisión de vender el estudio de Estocolmo, donde trabajó diligentemente durante décadas, y retirarse. Incapaz de escribir y, sin embargo, incapaz de no escribir, viaja a su Grecia natal con la esperanza de redescubrir la fluidez perdida del lenguaje. En este bellísimo texto, Kallifatides explora la relación entre una vida con sentido y un trabajo con sentido, y cómo reconciliarse con el envejecimiento. Pero también se ocupa de las tendencias preocupantes en la Europa contemporánea, desde la intolerancia religiosa y los prejuicios contra los inmigrantes hasta la crisis de la vivienda y su tristeza por el maltratado estado de su amada Grecia. Kallifatides ofrece una meditación profunda, sensible y cautivadora sobre la escritura y el lugar de cada uno de nosotros en un mundo cambiante.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2019 Galaxia Gutemberg, S.L.
153
9788417747152
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Imagen de Azafrán

El autor reflexiona sobre un comentario de un conocido: “Después de los setenta y cinco, nadie escribe”. Él ya los ha cumplido y el esfuerzo realizado tras la publicación de Siempre volveré le ha dejado exhausto.

Otra vida por vivir es una reflexión sobre el momento en el que se encuentra Theodor Kallifatides. Un momento en el que la escritura se le representa como algo imposible. Se podría calificar de narrativa autobiográfica pues permite al lector colarse en esas reflexiones tan personales en las cuales quedan recogidos momentos de su infancia en Grecia, de su juventud, su relación con los amigos de su juventud y los sentimientos que ha experimentado a lo largo de toda su vida como emigrante en Suecia y como casi extranjero en Grecia. A través de este breve texto, el lector conoce a tres autores europeos que ha leído: Mc Ewan en su juventud (cfr. Pág. 21), Philip Roth, en su madurez (cfr. Pág. 107) y, últimamente, El mundo de Ayer, de Zweig (cfr. Pág. 92). También cita al poeta griego Yannis Ritsos a quien conoció personalmente (cfr. Pág. 113).

Describe, Kallifatides, su vida en Suecia, entre su hogar en Estocolmo y su casa de verano en Gotland, Farösund.

Su vida diaria de escritor la desarrolla en un apartamento al que se desplaza cada día y al que llega en tren tras una hora de viaje. Escribe también en su casa, toma notas, pero la tarea profesional la realiza en el apartamento de Estocolmo. El momento que nos narra en Otra vida por vivir, es cuando decide cerrar el apartamento y dejar la escritura.

Su vida de relación social se desarrolla en dos esferas. El autor está casado con una sueca. Así puede acceder a la propiedad de una casa en Farösund. Al principio era una isla silenciosa con una población estable en la que el único extranjero era él. Poco a poco el ambiente cambia y, tras veinte años, es una zona donde los adinerados resuelven comprar propiedades y pasar los veranos. Así, su vida social, se ve empujada a atender invitaciones y a celebrar reuniones en su casa. Todo esto parece distraerle de su actividad literaria.

Por otro lado, está el mundo de los emigrantes que se han ido estableciendo en Estocolmo. Emigrantes como él que han accedido a la propiedad de sus pequeños negocios, los cuales frecuenta para ayudarles y, sobre todo, para compartir su sentimiento de extrañamiento.

Una parte del relato la constituye sus reflexiones sobre la crisis que supuso el atentado perpetrado por Al Qaeda, contra la revista Charlie Hebdo, el 7 de enero de 2015. Sus prudentes reflexiones sobre la libertad de expresión y el respeto a los símbolos y creencias de los demás son una forma práctica de entender la máxima sueca: “Hay cosas que no se prohíben, pero eso no significa que se permitan” (cfr. Pág. 64). Y que conviene con el pensamiento de la abuela griega del autor: “Las palabras no tienen huesos, pero los rompen” (cfr. Pág. 62)

El relato es un testimonio de las consecuencias de la evolución de la sociedad sueca, también de la sociedad europea, en la segunda mitad del siglo XX. Parece que el centro del bienestar social era el hombre, los derechos de cada ciudadano. Sin embargo, la masificación que la sociedad ha sufrido tras la avalancha de emigrantes ha supuesto la escasez de medios económicos y una reducción del bienestar. No obstante, Kallifatides, como emigrante de Grecia, en el peor momento de Grecia, se siente impelido en la defensa del emigrante aduciendo que las sociedades europeas tendrán necesidad de esta masa de trabajadores para sostenerse.

El relato termina con un viaje del autor y su esposa Gunilla a su pueblo natal, Malaoi, en el Peloponeso griego. Momento que aprovecha para enseñar su país a su esposa e intentar recuperar esos cincuenta años que ha perdido viviendo fuera de Grecia.

La reflexión sobre la lengua madre y la lengua adquirida es muy interesante para un filólogo: la lengua madre siempre es dulce, natural y la adquirida, el sueco, pese a la perfección alcanzada, constituye un esfuerzo mental.