Pactos

Número monográfico de la Nueva Revista, coordinado por José Ignacio Torreblanca, profesor de Ciencia Política y patrono de la Fundación Felipe González. Colaboran en la misma políticos que lo fueron del PSOE o del PP, profesores de Ciencia Política y otros especialistas.

En la presentación, Torreblanca expone los problemas que afectan a la vida pública española, las grietas que observa en el edificio democrático y los riesgos para el sistema que supone la extrema polarización social y política. Para los autores, la solución reside en la capacidad de llegar a acuerdos políticos, sociales  y de opinión, orientados al progreso del país y de sus ciudadanos.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2023 Nueva Revista
200
ISSN 1130-0426

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, nº 185.

Valoración CDL
3
Valoración Socios
3
Average: 3 (1 vote)
Interpretación
  • No Recomendable
  • 1
  • En blanco
  • 2
  • Recomendable
  • 3
  • Muy Recomendable
  • 4

1 valoraciones

3
Género: 

Comentarios

Imagen de enc

La última campaña electoral ha girado, en gran medida, acerca de los pactos post-electorales a implementar por los grandes partidos, ya sean con Vox o con Sumar, Erc y Eh Bildu. En ese contexto, el Presidente Felipe González presentaba este número de Nueva Revista expresando algunas ideas conciliadoras: permitir el gobierno de la fuerza más votada sin exigir nada a cambio y alcanzar acuerdos con los que piensan distinto y no con quienes comparten el mismo espacio electoral; por su parte, Feijoo afirmaba que llegaría más fácilmente a un acuerdo con García-Page (Psoe), que con Abascal (Vox).

Torreblanca, en la Presentación de este volumen, menciona los problemas a los que se enfrenta España: envejecimiento, polarización, desafección hacia la política o la gestión de los flujos migratorios, aunque señala que son los mismos problemas que afectan a otros países democráticos. Acusa a los dos grandes partidos de miopía, egoísmo, desidia, corrupción y financiación ilegal, a Vox y a la izquierda radical de poner en cuestión la arquitectura constitucional, y a los independentistas de romper la unidad de España sin preocuparse por la división que suscitan entre su propia ciudadanía. Todo ello tiene como consecuencia la desafección ciudadana por la política.

El presidente González recuerda los Pactos de la Moncloa que abrieron camino al consenso constitucional en 1978. Para González, pactar no elimina el conflicto pero tranquiliza a la ciudadanía (pág.12). Reclama pactos de centralidad a fin de evitar la polarización social y política, y señala cómo "hay propuestas que tendrían sentido si no estuviéramos atrapados  en bloqueos políticos" (pág.15), se podrían poner como ejemplos la renovación del CGPJ o el estancamiento económico (pág.6).

Hay otras ideas que vale la pena subrayar, como aquella que dice que "la sociedad [española] sigue siendo pactista, [que] son los políticos los que han dejado de hacerlo, sobre todo en el ámbito nacional" (pág.7); son los políticos como problema, de los que hablaban algunas encuestas. Victor Lapuente indica que los españoles "cada vez discrepamos más  sobre diferencias más pequeñas y que se refieren a problemas sobre los que tenemos poca capacidad de actuación", y observa cómo la política -no solo la española- es "cada vez más emocional y menos racional" (pág.16).

La ex-vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría denuncia la política como espectáculo, con "déficit de gestión y exceso de comunicación". Reclama moderación, discrección en la actuación política y la colaboración de la sociedad civil y los medios de comunicación para esos objetivos (pág.68). Señala cómo hay proyectos de gobierno que exceden de una o dos legislaturas y que no deberían estar sometidos al albur de un cambio de gobierno que los deje sin efecto, y podríamos poner como ejemplo las leyes de educación, tantas veces sustituidas, o el Plan Hidrológico Nacional.

Juan José Toharia advierte cómo para llegar a pactos son necesarios altura de miras, mutuo respeto y la capacidad de hacer concesiones recíprocas (pág.35); es lo que Torreblanca ha calificado de pactos imperfectos como la propia Constitución, en los que todas la partes deberían quedar moderadamente satisfechos. El sociólogo detecta negatividad y trivialidad en la expresión política, y en las redes mensajes de ira, que buscan despertar el sentimiento tribal utilizando sin escrúpulo las noticias falsas (pág.24 y 25). Pero si en algo destaca este estudio es en la denuncia y análisis de la polarización como fenómeno social y amenaza para el sistema democrático.

Polarización es la división de la sociedad y la política en un "nosotros contra ellos", de forma que nuestro proyecto político exige la derrota, cuando no la destrucción, de la parte opuesta (págs.56 y 57). "La polarización como estrategia  es muy útil para movilizar, ya que activa el miedo y las emociones, pero puede ser demoledora a largo plazo" (pág.61), conduce a la demonización del adversario político cuando no a su deshumanización: "Ilegitimar la opinión de la contraparte y fomentar su descrédito moral" (pág.61); impide cualquier tipo de comunicación y un pacto con el adversario político es visto como una traición (recuérdese a Nicolás Redondo tratando de llegar a un acuerdo con el PP en el País Vasco).

La polarización hace más difícil la resolución de los problemas, supone un declive en el sistema democrático, cuando no su ruptura a través de la violencia (v.gr.: el enfrentamiento en los EE.UU. acerca de la esclavitud, que dio lugar a la Guerra de Secesión); por último, constituye el "escenario ideal para el auge del populismo autoritario" (pág.65); como lo fueron, por ejemplo, la dictadura en España de Primo de Rivera o la misma del general Franco.

Considero Pactos como un estudio francamente recomendable, de los que no abundan en materia política. Habría que exceptuar el estudio de Ramón Jáuregui en el que esboza un modelo federal -no confederal, advierte sin reírse- para la organización territorial del Estado español, pero ya se sabe que el papel lo soporta todo. Es un ejemplo perfecto de organización imaginaria -aunque no original-, pero que puede suscitar ilusiones y enfrentamientos; algo así como una "nación de nacionalidades" o "de Cataluña aprobaré lo que venga", no significan nada pero tienen la capacidad de provocar crisis.