hijos

Los Ángeles a comienzos de los años cincuenta, la década en que se construyó el mito del american way of life, en que los norteamericanos identificaron la prosperidad con los valores familiares y religiosos.

En una casa infestada de termitas, niebla tóxica en la calle y un tráfico infernal, vive un próspero guionista de la Paramount que a los treinta años ha renunciado a la rebeldía juvenil. Se llama John Fante, está casado con Joyce y esperan un hijo.

En esta novela inquietante y conmovedora William Saroyan investiga la vigencia del orgullo y el perdón ahí donde el amor no puede ser ya el preludio de la felicidad, sino tan sólo la respuesta magnánima y dolorosa hacia aquellos que por sus actos se revelan como desconocidos. Cosa de risa, exploración límite sobre el amor y recreación de los poderosos lazos fraternales de una comunidad armenia en California, ilustra cabalmente el por qué del creciente prestigio de su autor como de uno de los grandes narradores norteamericanos del siglo XX.

Obra que recorre desde la explicación de la gracia sacramental que Dios otorga en el matrimonio, hasta los pormenores y las obligaciones del padre, de la madre y también la de los futuros hijos. El casamiento es un sacramento trinitario, en el sentido que son tres los que participan: el esposo, la esposa y Dios. Cualquier variante en sus componentes conducirá inexorablemente al fracaso.

Refugiado en París, Georges, un estudiante huido de las cárceles zaristas, conoce a Sipa, cuyos padres huyeron de los pogromos de Europa Central. Louise reside en París debido a que su padre, farmacéutico, fotógrafo y socialista, se vio obligado a abandonar Dinan debido a un escándalo. Allí conoce a Etienne Bleu, hijo de un tendero y futuro industrial químico. Georges y Sipa, Louise y Etienne se amarán, se casarán y tendrán hijos: Rébecca y André.

Recopilación de algunos artículos publicados en Mundo Cristiano y otros textos inéditos, que hablan de la importancia de hablar de Dios en la familia, de tenerlo presente e inculcar la responsabilidad religiosa en los hijos. No se trata. como dice Urteaga, de convertir el hogar en un monasterio, sino, respetando la libertad de quienes conviven en él, llevar a puerto las sanas intenciones y la preocupación por vivir el llamado a la santidad que el mismo Jesús hace.

Maurois desarrolla en este libro, en una serie de ensayos, aspectos sobre distintos temas como el matrimonio, los padres y los hijos, la amistad, el oficio, la ciudad y la felicidad. El libro no constituye un recopilado de abstracciones sino que muy al contrario, lo escrito por el autor nace del sentido común y del gusto por filosofar acerca de las cosas más corrientes de la vida.

Martin Boyne ha decidido compartir la madurez al lado de Rose Sellars, una respetable viuda instalada en Europa. En el barco que debe conducirlo a ella, Boyne se encuentra con los hijos de unos viejos amigos, los Wheater: una animada prole de siete niños, desde un recién nacido a una muchacha de casi dieciséis años de edad, producto de distintos matrimonios y distintos divorcios. Esta tropa ha jurado, bajo el liderazgo de Judith, la hija mayor, encontrar «un hogar cálido y estable» y permanecer unida pese a los ocasionales caprichos de sus distintos padres de separarlos.

Christopher Burton es un periodista inglés de prestigio que ha pasado la mayor parte de su vida en Italia. Lleva treinta años casado y tiene dos hijos, una hija adoptada y Marco, esquizofrénico. Lleva años trabajando en una obra monumental sobre el carácter nacional y la naturaleza previsible del comportamiento humano. La novela cuenta el balance que hace de su vida a lo largo de los dos días que emplea en viajar y enterrar a su hijo Marco, que se ha suicidado.

Seis estudiantes conversan en un aula de la Facultad de Derecho en la calle San Bernardo. Hoy no han tenido clases y no saben por qué. 1956: año de conmoción y revueltas en la Universidad.

«Cuando vengan los míos, un catedrático ganará más que un ministro, como debiera ser». «El Régimen iba a caer y, maldición, que se tambaleaba, salvaba el bache, se volvía a asegurar sobre sus patas. No había manera».