La autora evoca su niñez en Criptana y Ontígola, pueblos de La Mancha. A sus padres, carteros rurales. La historia de su familia extensa: abuelos, tíos y primos; sus experiencias y los valores que han movido sus vidas.
Iris -hoy periodista- contrasta lo anterior con la vida que lleva en Madrid. Tiene más dinero que sus familiares, pero su vida es más pobre. Ha llegado hasta Dios sin saber bien cómo y decide que Dios no ha muerto, lo han asesinado, y que el ocio es hoy el nuevo opio del pueblo (pág.26).