Catalina Benincasa (1347-1380) nació en Siena (Italia), hija menor de un tintorero. Desde la infancia tuvo revelaciones de Nuestro Señor Jesucristo, comprometiéndose a ser su esposa.
A los diez y seis profesó como terciaria de la orden de Santo Domingo. Las terciarias llevaban el hábito de la Orden, pero vivían en medio del mundo con un espíritu de obediencia, oración y penitencia.
Recibió del Señor el encargo de pacificar las ciudades italianas, conducirlas a la obediencia del Pontífice y animar a los papas a volver desde Avignón a Roma.