Baltasar Gracián y Europa

 

El famoso teólogo y escritor jesuita Aragonés Baltasar Gracián (1601-1658), autor de numerosas obras de literatura y de pensamiento centradas en el arte del pensamiento y del gobierno, la oratoria sagrada, la práctica de las virtudes y, en definitiva, del arte del ingenio, sigue atrayendo a través de los siglos a las más importantes figuras intelectuales de cada época.

En esta ocasión es Marc Fumaroli, catedrático de literatura de la universidad de la Sorbona quien se detiene a estudiar el influjo de Gracián en algunos pensadores europeos desde el siglo XVII hasta el XX, aunque a muchos solo los apunta, como es el caso de Schopenhauer y de Nietzsche.

Es interesante, concluye Fumaroli, que la primera traducción al francés de nuestro famoso jesuita, será la que marcará la influencia de Gracián en las obras de Schopenhauer y de otros importantes filósofos, pues todos beberán de la traducción francesa de las obras de Gracián.

Asimismo, estudiará Fumaroli cómo Gracián es traducido al francés, pero adecuándose a la cultura francesa, pues verdaderamente es interpretado más que traducido la luz de los problemas del país vecino, sin casi referencia ni atención al humus Aragonés en el que fue escrito.

Así, por ejemplo, hemos de recordar con Fumaroli como la virtud de la prudencia para Gracián era la “auriga virtutum”, tantas veces estudiadas y propuesta para la vida Cristiana por parte de la filosofía y de la teología tomista de siempre. Eso sí, renovada por la Escolástica salmantina del XVI tanto de los dominicos Francisco de Vitoria y Domingo de Soto, y situada en el centro del mundo de la perfección humana y sobrenatural, es decir, como una virtud cardinal, que proviene de cardo o quicio, es decir, necesaria para alcanzar la santidad.

Como nos explica el profesor Fumaroli, al traducir el profesor Amelot al francés los famosos adagios de Gracián que habían sido recogidos en un volumen publicado en Huesca en 1647, con el expresivo título de “oráculo manual y arte de prudencia”, los va a publicar en 1684 en Paris con el título: “L’Homme de Cour de Baltasar Gracián”, van a convertir la prudencia en “algo basado en la naturaleza y la razón, y nada, o bien poco, al menos en apariencia, en la Piedad”(9).

Amelot se esfuerza por captar el ingenio de Gracián y traducirlo honestamente, pero no termina de captar las “intenciones de su autor, enseñaba a sus lectores el arte de guardar intactas en su interior su propia singularidad y virtud, actuando y expresándose exteriormente con el suficiente ingenio para desbaratar a tiempo los torcidos manejos de la envidia, la hipocresía y la ceguera de los hombres del rebaño, cómplices del fluir cambiante del tiempo y de la fortuna terrenales”.

Y concluye nuestro autor que se trata de otra obra: “este manual de una prudencia civil arrojada al teatro del mundo moderno era también un tratado de educación para la independencia y la dignidad personales” (13).

José Carlos Martín de la Hoz

Marc Fumaroli, La extraordinaria difusión del arte de la prudencia en Europa. El oráculo manual de Baltasar Gracián entre los siglos XVII y XX, ediciones acantilado, Barcelona 2019, 178 pp,