Como la pequeña levadura en la masa

 

Hace unos días se ha colgado en la página web del Opus Dei, y allí se puede seguir consultando, un extraordinario documento gráfico de apenas treinta minutos de duración, acerca de la travesía que recorrió a pie san Josemaría y algunos más en los últimos días de noviembre y primeros días de diciembre 1937, en plena guerra civil española, para poder cambiar de zona, recuperar la libertad y desarrollar una vida pastoral normal.

El documental está magníficamente rodado y la visión de los Pirineos catalanes que presenta tanto desde el cielo, como desde las propias sendas y senderos de montaña expresan lo abrupto del paisaje y el tipo de arriesgada travesía que llevaron a cabo camino de la libertad.

Hay que reconocer que este recurso del DVD, completa enormemente la visión espacio temporal que los interesados en la historia de san Josemaría y, en general, de la historia del Opus Dei, nos habíamos podido hacer, a través de la lectura de los documentos que se conservan, y las narraciones publicadas hasta el momento.

Efectivamente, revivir mediante estas imagines, las caminatas nocturnas por aquellos escarpados parajes con pronunciados cambios de altura, sin equipo mínimo de montaña y, sobre todo, sin las fuerzas físicas necesarias, verdaderamente demuestran el grado de aventura al que se lanzaron.

Por otra parte, las propias dificultades de la travesía, la estrecha vigilancia que las autoridades tenían sometidas aquella frontera y la importancia de conocer la categoría y fortaleza de los expedicionarios explican, el tiempo en el que se demoraron las gestiones en Barcelona, hasta lograr contactar con los guías clandestinos de la expedición.

Asimismo, se entiende la importancia del plan de preparación física y nutricional al que Juan Jiménez Vargas que era el médico de la expedición y que, pocos años después, en 1942, ganaría su cátedra de fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona, había sometido a los expedicionarios, mediante largas caminatas por las calles de Barcelona.

Efectivamente, en el caso de san Josemaría había pasado seis meses encerrado en la Legación de Honduras, en un edificio del paseo de la Castellana de Madrid, en una habitación con un pequeño grupo de jóvenes que le acompañaban desde marzo a septiembre, con apenas alimentación. La estancia en Barcelona fue capital, por tanto, para la preparación remota.

Finalmente, el 27 de noviembre a las seis de la tarde en un clima invernal, comenzaron cinco días de caminatas a razón de 10 ó 12 horas nocturnas, durmiendo algunas horas del día, hasta que llegaran a atravesar la frontera de Andorra. Las instrucciones eran contundentes; caminarían en fila india, en silencio y si alguien enfermaba se quedaría en el camino. Primero fue Alvira, luego Albareda y finalmente san Josemaría. En la madrugada del 2 de diciembre en uno de aquellos altos del camino todos se apretaron junto al fundador que temblaba fuertemente. El Opus Dei era eso el fundador con hipotermia, un grupo dándole calor y pocos más. Pero como la semilla fructificó.

José Carlos Martín de la Hoz