Del carnaval a la Cuaresma

 

Las fiestas del carnaval tienen un origen pagano poco determinado, seguramente para celebrar al Dios Saturno, los saturnales. Pero ya desde hace muchos siglos estas fiestas se sitúan en las vísperas de la Cuaresma. Al ser la Cuadragésima un tiempo reconocidamente penitente, los pobres vividores tenían que hacer algo sonado para luego darse a las mortificaciones de la carne y el ayuno. Esto suponía un reconocimiento implícito de que había un cambio de época, por lo tanto solo se entiende desde el punto de vista cristiano y, de hecho, siempre se celebra en los días previos al Miércoles de Ceniza.

La incoherencia, muy propia de nuestro tiempo, se manifiesta cuando se ve a mucha gente con ganas de carnaval, alargando cada vez más estas fechas, cuando en realidad luego apenas se acuerdan de que están en ese periodo tan rico para la vida cristiana, los cuarenta días de preparación para la Pascua, recordando el tiempo que Jesucristo pasó en el desierto haciendo penitencia, antes de empezar su vida pública.

Las pocas actividades penitenciales previstas por la Iglesia se van quedando en desuso en estos tiempos en que lo que prima es la buena cocina, y donde a la gula se la llama exquisitez. Y así estaremos estrenando tiempo penitencial en el mismo momento en que en la televisión nos hablan un día sí y otro no de concursos de chefs, platos innovadores, etc. Algunos dicen que es difícil comer en restaurantes en un viernes de cuaresma y que te den pescado. Sin embargo, al menos en Madrid, se anuncian sin ningún rubor “Menús de Cuaresma”, y no para ofrecer mariscadas, sino para proporcionar un menú baratito pero adecuado al momento.

Sin duda, en esta sociedad consumista, lo del ayuno se queda como algo trasnochado. Hará falta volver a interesarse por esos temas. En “¿Por qué ayunar si no lo entiendo?” se pueden encontrar razones bien explicadas. Y otros muchos libros del estilo.

Puede darse, pues, la curiosa circunstancia de que muchos pasen del carnaval a las procesiones de Semana Santa, como actividades folklóricas, “olvidando” las actividades intermedias, más personales y piadosas, que tanto ayudan al alma. Pero siempre habrá  quien, al celebrar el carnaval, se pregunte qué sentido tiene toda esa parafernalia exagerada, y recuerde de pronto, que ha llegado la Cuaresma, tan temprano este año que, si no fuera por los niños con caretas y los mozos en cabalgatas monstruosas, casi no nos hubiéramos enterado. Así que, gracias carnavales por anunciarnos la Cuaresma, de algo positivo sirve tanta fantochada.

 

Ángel Cabrero Ugarte

 

Giulio Viviani, ¿Por qué ayunar si no lo entiendo?, Palabra 2014