Se observa hoy en día con preocupación la escasez del tiempo dedicado al hogar, a la familia, al descanso. Podríamos decir que hay cierta obsesión por el trabajo. Hay siempre mucho que hacer, mucho trabajo, y da la impresión de que en la atención de la familia no hay tanto que hacer. Ciertamente no es lo mismo que no haya hijos a que estén tres o cuatro niños esperando a papá y a mamá. Nunca, o casi nunca, nos van a echar en cara los hijos que hemos llegado tarde, porque están acostumbrados, pero la realidad es que los padres están, con demasiada frecuencia, poco en el hogar.