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Hacer el amor

Me parece que no hay frase que más daño haga para la comprensión de lo que realmente es amar, y es una frase repetida con mucha frecuencia y en muchos ambientes de nuestra sociedad. Con esas palabras se manifiesta, habitualmente, todo lo contrario a lo que es el verdadero amor: el de los esposos, de los padres con los hijos y los hijos con los padres, de los amigos, de los demás en general, porque el planteamiento cristiano de la vida es, antes que nada, aprender a amar, que es entrega, generosidad, darse.

La sombra de las redes sociales

No utilizo las redes sociales en el día a día. Se puede decir que me resulta de utilidad una, a la que recurro de cuando en cuando y que me sirve de almacén y modo de transmisión de algunos textos y vídeos. Pero salvo esa -YouTube- que uso de pascuas a ramos, el resto no las conozco.

El tesoro de la amistad

He vuelto a releer, después de unos años, un libro del que tenía muy buenos recuerdos y que me parece muy adecuado para tratarlo en una tertulia literaria. Se titula “La nieta del señor Linh”; Philippe Claudel es el autor y tiene poco más de cien páginas, pero un fondo de gran interés y la calidad propia de este autor.

Siempre alegres

Hace muchos años leí el que fue uno de los más célebres libros de Jesús Urteaga, “Siempre alegres”. Era un recordatorio, entonces elemental y fácil de entender, de que lo lógico para un cristiano es estar alegre. ¿Es lo mismo estar alegre que ser feliz? Pues sin duda podríamos encontrarnos con infinidad de matices y podríamos darle muchas vueltas.

Escasas familias numerosas

Disfruté mucho hace unos días en casa de unos amigos con la presencia no solo de los padres si no de los siete hijos. El mayor en primer año de carrera los pequeños en Primaria todavía. Un encanto de chicos amables, disponibles para cualquier cosa. Pensé en la eficacia del cariño y saber hacer de los padres, en su educación, que era manifiesta.

El guirigay de nuestro parlamento

Resulta penoso que lo que sintamos los españoles al ver las imágenes del día a día en los debates de las Cortes, a través de los medios de comunicación, sea vergüenza. Lo que percibimos en los breves resúmenes habituales es animadversión, gritos, palabras fuertes… Sin duda, lo que nos transmiten los medios son breves resúmenes y que el periodista que prepara esas informaciones puede buscar lo más llamativo. Aun así, y sabiendo los parlamentarios que esto ocurre, parece que se les podría sugerir que hagan un esfuerzo por comportarse con dignidad, al menos por cuidar la imagen.

Procesiones y playas

Vemos ya cerca la Semana Santa y a estas horas muchos tienen bien planeadas las vacaciones, si es que toca. Como no hay clases en los colegios y universidades, la tendencia es a salir de viaje en esos ocho o diez días disponibles. La cuestión sería considerar, si estamos a tiempo, cual es el destino más adecuado para esos días.

Hijos o mascotas

El problema de la despoblación de los países occidentales es algo cada vez más palpable. Cada vez es más difícil encontrarnos con matrimonios dispuestos a tener familia numerosa. Por eso, en este país, para conseguir las ayudas económicas esas familias solo hace falta tener dos hijos. O sea, hay una preocupación del poder público por favorecer que haya matrimonios dispuestos a tener al menos dos hijos. Y eso si el gobierno actual no se empeña en terminar con estos apoyos. De entrada no quiere llamarlas así. No se sabe bien por qué.

Destrucción del matrimonio

Asistimos, con gran preocupación, desde hace ya unos cuantos años, a la destrucción progresiva y grave del matrimonio. Ya no es lo que era. Ya no es la base segura de la sociedad, ahora ya no es nada, porque ya no es propiamente matrimonio en una mayoría importante de las personas. Un matrimonio al que se llega con la idea, más o menos expresa, de que no es necesariamente definitivo, ya no es la base de la sociedad. Un matrimonio entre personas del mismo sexo es algo totalmente antinatural, que destruye cualquier parecido con la idea esencial de la unión de hombre y mujer. Un matrimonio sin voluntad de procreación no tiene nada que ver con los que Dios quiere para los hombres.

El carnaval y la Cuaresma

El carnaval solo tiene sentido históricamente por la Cuaresma y para la Cuaresma. Aunque sea de por sí una exageración, una costumbre antigua, con un planteamiento escasamente cristiano, en todo caso era una preparación, una despedida del folklore, de la diversión, sabiendo que luego venía la penitencia, la expiación, el tiempo de oración y, por lo tanto, de más recogimiento.

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