Dictadura del relativismo

 

El historiador y filósofo Mariano Fazio (1960), actual Vicario Auxiliar de la Prelatura del Opus Dei, tomando pie de la famosa frase “dictadura del relativismo”, pronunciada por el entonces cardenal Ratzinger, en la homilía de la Misa solemne al Espíritu Santo del 18 de abril de 2005, previa al conclave del que había de salir elegido como sucesor de san Juan Pablo II, con el nombre de Benedicto XVI, dedica el breve ensayo que ahora deseamos comentar a exponer las claves necesarias para entender esa afirmación y, en general, el pensamiento de Benedicto XVI sobre la verdad.

En primer lugar, nos recuerda nuestro autor que la verdad, tal y como afirma el pensamiento clásico, es “la realidad de las cosas”, pero que efectivamente en la desarrollo habitual del pensamiento y de la vida de los hombres, casi todo es relativo, aunque “la clave está en el casi”, pues efectivamente: “hay un núcleo de verdades que tienen relación directa con el orden moral, con lo que Juan Pablo II llamaba «la verdad sobre el hombre», que son inmutables, que constituyen como anclas donde fijar el sentido de la existencia y que garantizan la convivencia social” (18).

Asimismo, para el profesor argentino, se denominará dictadura del relativismo, a la actitud cultural por la cual los que no se pliegan al relativismo radical, “son calificados de fundamentalistas, totalitarios y peligrosos para la convivencia democrática, y se intenta que queden relegados del debate público” (19). En cualquier caso, las raíces profundas de este capital problema del relativismo, las encuentra el profesor Fazio en la historia de las ideas desde la eclosión de la modernidad donde “la Ilustración y el Romanticismo, aunque aparentemente opuestas en sus posturas intelectuales, coinciden en una visión antropológica reduccionista: la naturaleza humana se identificaría con la razón ilustrada para unos, o con el sentimiento romántico para otros. Estas grandes cosmovisiones dieron origen a las ideologías, que fueron las protagonistas culturales de los siglos XIX y XX” (24).

De hecho, tras los sucesivos fracasos de las ideologías del siglo XX y tras dos guerras mundiales, hemos comenzado el siglo XXI con una nueva relectura de Nietzsche por la cual: “Se ha pasado de la absolutización de lo relativo a la absolutización del relativismo, donde la verdad y el orden moral objetivo no encuentran ningún espacio para vivir” (27).

Precisamente, es el propio Benedicto XVI quien proponía valientemente a la Iglesia del siglo XXI un itinerario válido y asequible para salir de la violenta oscuridad en la que vivimos: “Debemos hacer que Dios esté nuevamente presente en nuestras sociedades. Esta me parece la primera necesidad: que Dios esté de nuevo presente en nuestra vida, que no vivamos como si fuéramos autónomos, autorizados a inventar lo que son la libertad y la vida. Debemos tomar conciencia de que somos criaturas, constatar que Dios nos ha creado y que seguir su voluntad no es dependencia sino un don de amor que nos da vida” (45).

José Carlos Martín de la Hoz

Mariano Fazio, Al César lo que es del César. Benedicto XVI y la libertad, ediciones Rialp, Madrid 2012, 127 pp.