El amor conyugal motor de la vida

 

El Mandamiento de la caridad, “Deus caritas est”, fue el tema de la primera Encíclica de Benedicto XVI y como el ritornello de todo su profundo pontificado. De ahí que el papa Francisco firmara hace pocos años su “Frattelli Tutti” como punto capital de toda su predicación.

Evidentemente, la entrega a Dios, a la mujer, a los hijos, a los amigos y a todas las almas, es el motor de la propia existencia y la clave para la maduración de una sana personalidad.

De hecho, la maduración de la persona y de la personalidad va fraguando mediante la donación incondicionada, pues, como expresaba recientemente el doctor Chiclana, una persona normal es aquella que “se acuesta con agradecimiento y se levanta cada día de la cama con esperanza”.

San Josemaría en el viaje a España de 1972 en el que recorrió toda la Península Ibérica y pudo reunirse fundamentalmente con miles de familias de toda España, por el tono de las preguntas y respuestas podemos asegurar que se dedicó con todas sus fuerzas, incansablemente, a sostener y a conformar las familias cristianas, llenándolas de esperanza, pero haciendo una apelación muy fuerte al amor conyugal.

Todavía hay miles de familias que recuerdan aquellos inolvidables días, apenas cincuenta años atrás, en los que san Josemaría les enseñaba a amar al matrimonio, entre ellos y con los hijos y a convertir el negocio familiar en la más importante ocupación de cada día, por encima de lo demás.

La gracia humana y sobrenatural del Fundador del Opus Dei se expresaba en anécdotas divinas y humanas, expresivas, chispeantes, conjugados con propuestas prácticas que iban desde dedicar tiempo a la conversación dentro del matrimonio, hasta saber encontrar momentos para quedase a solas y manifestar el afecto.

Asimismo, realizaba lecciones magistrales sobre la educación de los hijos, como escuchar y comprender a cada uno, con la justicia desigual de las madres y de los padres, saber hacerse amigos de cada uno de los hijos, conocer a sus amigos y amigas, estar al tanto de sus cosas y soñar con ellos siempre.

Años después todos los cristianos escuchamos las Audiencias del santo Padre Juan Pablo II sobre la teología del cuerpo y refrescamos esas ideas perennes de san Josemaría, pero presentadas con una antropología teológica y filosófica que llenaron de fundamentación lo que el Fundador de la Obra llamaba construir “un hogar luminoso y alegre”.

Dentro de unos días saldrá publicada una semblanza del Doctor Cofiño, el primer supernumerario de Centro américa del Opus Dei, casado con Clemencia Samayoa, padre de cinco hijos, pediatra de profesión y, por tanto, defensor de la vida del no nacido, del nacido y de todo nacido. El amor conyugal que vivió con Clemencia fue verdaderamente el motor de su vida.

José Carlos Martín de la Hoz

Ernesto Cofiño, complicidades sobrenaturales y humanas, Palabra, Madrid 2023, 98 pp.