El Ardor de Némirovsky



 


 


El
último libro publicado en España de la autora francesa Irene
Némirovsky, El Ardor de la Sangre (Salamandra),
contiene elementos interesantes que ayudan a comprender un poco mejor la
literatura de esta autora. Aparte de una introducción y un anexo que
aclaran las circunstancias en las que se encontraba el manuscrito de esta
novela, el texto en sí es relevante por varios motivos: el estilo, la
trama y las posibles influencias.


 


            Némirovsky
escribió este libro en un pueblo francés, donde vivió sus
últimos días antes de ser deportada. El ambiente de ese pueblo
queda reflejado en el libro junto con las sensaciones, sus gentes y sus
paisajes. Es interesante la introspección en cada uno de los personajes
que se va haciendo a lo largo del libro, pero resulta más chocante aun
la significación que va tomando el narrador: al principio es un mero
observador de la realidad circundante; posteriormente, un enlace entre los
personajes; por último, en él y mediante él se resuelve la
trama.


 


            La
trama es sencilla. Dos mujeres de familias distintas, jóvenes las dos,
tienen un amante, los dos maridos mueren, uno de forma natural y el otro
aparentemente asesinado. El problema será no solo la relación
adulterina, sino también cómo se enfrenta uno de las personajes
con sus padres ante esta situación. Es una trama protagonizada por tres
mujeres, todas con el mismo estigma en sus vidas, los varones, salvo el
narrador, son personajes ambiguos, sin delinear, a quienes la autora trata como
secundarios. Sin embargo, a diferencia de otras novelas de Némirovsky,
la denuncia de tono moral queda relegada y se prioriza la denuncia de la
hipocresía sin ofrecer una solución alternativa, que se
sería esperable a través de algún otro personaje. Esto
tiene dos lecturas, una la puramente crítica, o sea, recalcar el acento
crítico sin más. Otra, el cambio de intereses de la autora, que
pasa de la crítica mordaz de El
Baile
, por ejemplo,  cuya
moraleja es aleccionadora, o el fin moralizante de David Golder, donde toda la novela cobra sentido a través
del triste final.


 


El estilo, más parecido a Suite Francesa que a sus novelas
anteriores, tiene, sin embargo, algo particular. Al situar la trama en un
pueblo, con sus gentes y sus pequeños problemas está más
cerca de la novela francesa y rusa clásica que de la novela inicialmente
rompedora con la comienza su carrera. Hablar de las influencias resulta siempre
arriesgado a menos que se pueda contrastar con información del autor o
mediante un estudio lingüístico exhaustivo, pero lo cierto es que
esta novela recuerda poderosamente al Stendhal de Rojo y Negro y la vida campesina recuerda a veces a Anna Karenina. Las mujeres tienen un
toque decimonónico que bien podrían salir de la pluma de
Flaubert.


 


El final un tanto abrupto lleva a
cuestionar si esta novela hubiera podido tener una continuación, o tal
vez una reelaboración que completara cada uno de estos aspectos que se
han comentado para hacer de esta novela una obra maestra. Sin embargo, El Ardor de la Sangre es una muestra
de que Némirovsky hubiera podido ser una gran novelista si no se
hubiese interpuesto la barbarie.


 


Carlos Segade


Profesor del Centro Universitario Villanueva


 


 


Para leer más:


 


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=6758#