El concepto de Religión

 

El término religión había sido objeto de estudio por Cicerón quien lo había derivar del concepto de Religión como proveniente del “relegere”, es decir consecuencia de releer con cuidado casi escrupuloso, el mundo. Una relectura desde la que podamos entender el mundo desde la divinidad, pues para Cicerón una cosa es la religión y otra la superstición. Por tanto, releer desde el ángulo de que Dios exista: "son religiosos quienes cumplen con celo lo que tienen relación con el culto a los dioses” (Cicerón, “de natura deorum”) (16). Mas interesante, sería el sentido que le da uno de los últimos autores clásicos romanos, Lactancio, quien poco después de convertirse explica que él entiende ahora la religión de un modo completamente nuevo, como una verdadera atadura, como religere, es decir como religar o vincular (Lactancio, “divinae institutiones”) (17).

Con esta interesante comparación arranca el profesor Rémi Brague (Paris 1947) su clarificador ensayo sobre la filosofía de las religiones. Pues en opinión de Brague, la definición de Lactancio: "Tiene la ventaja de prestar a la religión un contenido plausible como el establecimiento de un vínculo entre los ámbitos divino y humano. De ahí su popularidad desde su aparición en la literatura patrística en latín" (17).

La cuestión es que pasados los siglos la sombre del religar le llevaba al deísta Voltaire a considerar la religión como una institución moral que servía para favorecer la paz civil. De ahí el célebre: «Si Dios no existiera habría que inventarlo»" (31).

Tras la hecatombe de la revolución francesa y del intento de exterminio de la religión, el gran autor francés, Chateaubriand, redactó en 1802 su famoso tratado sobre el “Genio del cristianismo”, pues: "preparaba una reconsideración de la aportación cultural del cristianismo, pero tan solo afloraba el contenido de la fe., junto a la figura central de Jesucristo" (35).

Es interesante, que siguiendo la interpretación de Hegel sobre el absoluto, Braguer afirme que "El cristianismo es la única religión que sólo es una religión" (39), pues no está unido a la sociedad civil como código, tal como aparece el Corán o a un ningún pueblo escogido.

A lo que añadirá volviendo al comienzo que “Si queremos una definición de santidad, diría que es la sacralidad de lo que no puede ser sagrado en cuanto tal, es decir, la voluntad. Y lo que es santo no es a mis ojos aquello por lo que se puede y se debe morir, sino, ante todo, lo que hace la vida posible y buena" (59). 

Dedicará nuestro intelectual francés a las controvertidas afirmaciones del discurso de Benedicto XVI en Ratisbona, aportando una cita de Orígenes pronunciadas antes de que hubiera Islam: “Cristo no vence a nadie que no lo quiera. Solo vence por la persuasión ya que es el argumento de Dios” (104). A lo que añadirá: “En el cristianismo la razón ha de empezar por someterse y luego, en un segundo tiempo, podrá desplegarse con libertad” (110).

José Carlos Martín de la Hoz

Rémi Brague, Sobre la religión, ed. didaskalos, Madrid 2019, 210 pp.