El don divino de la gracia

 

La elevación del hombre al mundo sobrenatural es una consoladora verdad predicada y conservada por la teología católica que ha sido ampliamente desarrollado en la obra teológica del profesor vienés Ernst Burkhart, especialmente en su trabajo, La grandeza del orden divino, y que deseamos seguidamente comentar.

En efecto, en la obra que acabamos de señalar, la cuestión de la gracia se introduce enseguida con estas clarificadoras palabras: “Naturalmente llamados al conocimiento y amor de Dios, éste ha querido proponernos un fin todavía más alto, un fin «que sobrepasa la naturaleza no sólo del hombre, sino de cualquier criatura» (STh, I-II, q.5, a.5). Ha querido destinarnos a conocerle como es en sí mismo, y a amarle como Él se ama a sí mismo en la inefable perfección de las procesiones divinas” (95).

Inmediatamente, nos recuerda nuestro autor que la gracia en primer lugar eleva nuestra naturaleza “confiriendo unas facultades proporcionadas al fin sobrenatural”, pero teniendo en cuenta la situación después del pecado original y los daños consecuentes que acaecieron a todo el género humano, añade enseguida el segundo ángulo de visión que hemos de considerar respecto a la gracia: “después de la caída de los primeros padres, además de elevar a la naturaleza, la sana del desorden que había introducido el pecado de Adán” (97). Enseguida añadirá, como quien lo tiene muy pensado, meditado y asumido en cuanto a las relaciones entre criatura y creador: “La gracia implica pues justificación, transformación radical del pecador en justo, remisión de los pecados y re-creación de la ordenación o justicia perdida que radicaba en la perfecta sumisión del hombre a Dios” (100).

Así pues, una vez que hemos considerado la gracia en sus diversas vertientes de participación en la vida íntima de Dios, añade nuestro autor, en su tratado sobre la ley en toda su riqueza: “se nos ha mostrado en cierta manera como ley -ley nueva-, como un modo nuevo y supremo de participar en la eterna ordenación de Dios, con que Él nos conduce a la unión sobrenatural con la Trinidad Beatísima, dándonos la fuerza para alcanzar efectivamente un fin tan excelso” (101).

Finalmente, en esta primera aproximación que hemos realizado al tratado y a la vida de la gracia, nuestro autor se refiere a la realidad del pecado que afecta no sólo a la perdida de la gracia sobrenatural, sino también a afectar al orden natural disminuyendo la capacidad de vivir conforme a la ley natural, de modo que se puede llegar a los desórdenes morales más graves. Asimismo, nos recuerda que Dios no ha abandonado al hombre a su destino; siendo infinitamente justo, es también infinitamente misericordioso y señalará: “No alcanzamos a comprender plenamente ese modo divino en que se compagina la gracia redentora de Dios con la libertad de cada individuo y nos exceden también los planes redentores de Dios para con la humanidad entera” (103).

José Carlos Martín de la Hoz

Ernst Burkhart, La grandeza del orden divino, ed. Eunsa, Pamplona 1977, 229 pp.