El origen del poder de la Iglesia

 

En la Universidad de Salamanca durante todo el siglo XVI y gran parte del XVII, cuajó una nueva escuela teológica y, sobre todo, un modo de hacer teología, una extraordinaria metodología, que ha sido sintetizado como una mezcla perfecta de humanismo cristiano y renacentista, es decir, centrado en la dignidad de la persona humana; como la vuelta a las fuentes, tanto de la Escritura, del Magisterio y de la Tradición y, finalmente, como un armonioso equilibrio de fe y razón que se aplicaba a las cuestiones debatidas del momento.

Precisamente, en el estudio pormenorizado que realizó Francisco de Vitoria en la Universidad de Salamanca entre los años 1533 y 1537, acerca del origen, del contenido y del alcance del poder de la Iglesia y de su hábil y característica comparación y confrontación con el poder civil, toda la cuestión debía comenzar por la fundamentación del propio poder.

Exactamente, en el clima de una Relección Teológica, es decir a lo largo de un discurso de dos horas de duración ante el claustro y los alumnos de toda la Universidad, nemine discrepante, era el lugar adecuado tanto por el alcance de la cuestión, como por el interés para la formación de los mismos oyentes, que veían en un maestro cómo desarrollar las cuestiones que se planteaban y se desarrollaban de modo escolástico y con el más pleno sentido humanista.

Desde los primeros acordes de esta sinfonía de lógica, sentido sobrenatural, dato revelado y razón teológica, el maestro Vitoria expone cómo el origen del poder eclesiástico, la Iglesia de los santos y de los pecadores, de los que militan y de los que llegaron a la patria, está en Jesucristo quien había dotado a la Iglesia por él fundada de un poder espiritual y sobrenatural, pues, por ejemplo, los sacramentos verdaderamente significan y dan la gracia.

Así pues, existe en la Iglesia un verdadero poder espiritual, una potestad, que no sólo está en los sacramentos, sino también en la variedad infinita de los dones del Espíritu Santo que se derrama sobre los corazones, en la acción trepidante de la caridad creciente y de la multiforme creatividad de la Iglesia que siempre estrena formas nuevas, creativas, esperanzadoras (pp.10-11).

Como se lee en el Evangelio y en la vida de los primeros cristianos, Jesús entregó a sus apóstoles, esa potestad de las llaves, es decir la de atar y desatar, la de excomulgar, la de hacer los sacramentos (p.13)

Además, resulta capital que en la Iglesia haya un cierto poder civil, una potestad, para el orden y la organización de la propia estructura eclesiástica, destinada a proporcionar una ayuda de caridad, de docencia y, sobre todo, sacramental al pueblo cristiano distribuido por el mundo entero (14). Indudablemente, el poder espiritual es tan rico que concede el poder de dar la gracia en sacramentos como el bautismo o la confesión.

José Carlos Martín de la Hoz

Francisco de Vitoria. El poder de la Iglesia, Relecciones, estudio introductorio y versión de Luis Frayle Delgado, ediciones Tecnos, Madrid 2018, 241 pp.