El poder de la Iglesia

 

Los enemigos de la Iglesia a lo largo de su bimilenaria historia, han enarbolado en muchas ocasiones y en diversas circunstancias, el arma de la desconfianza para atacarla y pretender hacerle perder el prestigio y la autoridad moral de la que siempre ha gozado y gozará a lo largo de la historia hasta llegar a su término, cuando lleguen la nueva Jerusalén y Dios traiga unos cielos nuevos y una tierra nueva (Ap 21,1).

Precisamente, entre los duros ataques a las que ha sido sometida la esposa de Jesucristo, está el llamado desprestigio del poder eclesiástico de la que fue dotada desde el momento en que Cristo entregó a los apóstoles el munus regendi; el poder de regir la Iglesia.

A la vez, ese poder de regir la Iglesia, como sociedad perfecta, en la que los hombres han de alcanzar la salvación ha sido aceptado por la autoridad civil desde el año 313 cuando obtuvo la carta de ciudadanía, es decir cuando fue suspendida la persecución en tiempos del emperador Constantino y le dio carta de naturaleza y libertad de acción en todo el Imperio Romano.

Además, el emperador le entregó tierras, proporcionó exenciones para prestigiarla, aunque no la privó del pago de todos los impuestos, lo que si sucedió cuando pasó a ser la religión oficial del imperio, pero eso ya fue más adelante, en tiempos del emperador Teodosio.

Precisamente, antes de que Felipe II el emperador español al que se le achaca el máximo poder eclesiástico en España, el catedrático de Teología de la Universidad de Salamanca, Francisco de Vitoria había publicado un breve corpus doctrinal mediante un plan armónico y científicamente trabado de Relecciones teológicas, en las que comparaba el poder civil y el poder eclesiástico, los limitaba y los sometía suavemente el uno al otro y los perfilaba. Fue, por tanto, providencial, pues Felipe II pudo actuar como monarca casi universal, pedirle a la Iglesia arzobispos y hombres reformados, jurisconsultos o teólogos, versados en la teología y el derecho y honrados con espíritu de servicio y amor al bien común para gobernar con mano firme la sociedad civil y comprobar que la Iglesia era gobernada en la misma dirección: llevar a los hombres al único e importante camino, el que conduce a la salvación.

El latinista y catedrático Luis Frayle Delgado de la Universidad de Salamanca ha introducido y editado las Relecciones pronunciadas en la Universidad Salmantina entre los años 1532 y 1534., sobre el poder civil las dos de la potestad de la Iglesia y la correspondiente a la comparación entre la potestad del papa y del concilio, para enhebrar un completo tratado sobre la cuestión con textos del maestro salmantino. Es interesante recordar que en aquella época la teología, el derecho, la justicia y la moral formaban una maravillosa unidad de objetivo teológico y jurídico, por lo que el tratamiento de estas cuestiones por parte del humanista y dominico Francisco de Vitoria no deja resquicio al autoritarismo, sino elegancia y profundo amor a la verdad.

José Carlos Martín de la Hoz

Francisco de Vitoria. El poder de la Iglesia, Relecciones, estudio introductorio y versión de Luis Frayle Delgado, ed. Tecnos, Madrid 2018, 241 pp.