El Señor me ha dado un toque

 

Cuando los médicos salieron de la habitación de Carlo Acutis (1991-2006) un adolescente de 15 años, para comunicarle que padecía un tipo de leucemia muy grave, el comentario del joven, al quedarse a solas con sus padres, fue una sencilla expresión coloquial italiana que podríamos traducir como “El Señor me ha dado un toque” (5).

Para un joven como Carlo Acutis, aquella noticia era un paso más en el camino de su santidad con la que estaba firmemente comprometido, pues el único y verdadero horizonte de su vitalidad era, con palabras de Santa Teresa de Calcuta “hacer extraordinariamente bien y por amor las cosas ordinarias” (5). La enfermedad y la muerte se presentaron como un reto de amor, como se había presentado antes todas las circunstancias de la vida.

Poco a poco, en la fantástica semblanza que se ha publicado con motivo de la beatificación celebrada en Asís el 10 de octubre de 2020, se va descubriendo el interior de la vida de este joven tan normal en apariencia, en gustos y en aficiones, como muestran gráficamente las ilustraciones, fotografías y creatividad de su biografía.

Al entrar en su alma, con la ayuda de los testimonios de quienes le trataron y de sus escritos, descubrimos algo fascinante: Carlo era un adolescente que vivía comprometido con la santidad, con el amar e imitar a Jesucristo, mientras proyectaba su futuro, mejoraba sus conocimientos escolares, practicaba la informática y los video juegos, hacía deporte, quería a sus padres y a sus amigos, cuidaba su misa y el rosario diarios.

En definitiva, desde la Exhortación apostólica del papa Francisco, “Gaudete et exultate” (2018), la gracia del Espíritu Santo se ha ido derramando sobre su Iglesia, y al enviar dones de curaciones milagrosas y comprobarse con la seriedad canónica t teológica pertinente la existencia del milagro, están siendo propuestos como modelos de la Iglesia a personas como Carlo, un chaval de la puerta de al lado, alguien que podría ser el hijo del vecino del cuarto, es decir, como les llamaba el papa Francisco; “un santo de las clases medias”.

Efectivamente, el papa Benedicto XVI ya había hablaba largamente de este nuevo tipo de heroicidad de los nuevos santos de la vida ordinaria, bien distintos a los mártires de graves persecuciones o sufrientes de estigmas como el padre Pío. Se trata pues de una nueva heroicidad; la de la paciencia heroica, pues son capaces, con la gracia de Dios, de intimar con Jesucristo, de vivir complicidades divinas tan propias de una mística natural y ciertamente novedosa, pues a la vez que no rompen la normalidad, que viven en medio del mundo y hacen lo que se espera de ellos, lo que varía es el amor heroico que dan y reciben para ser constantes, obedientes alegres y piadosos.

El secreto de esta santidad que ahora la Iglesia pone como modelo es la sencillez del diálogo con Jesús a toda hora: tomados por él para ser la luz entre los hombres y mujeres de la calle. En su sonrisa estaba la sonrisa de Jesús por eso hacía tan feliz a tantas personas.

José Carlos Martin de la Hoz

Nicola Gori, Carlo Acutis. Un genio de la informática en el cielo, ediciones ciudad nueva, Madrid 2020, 173 pp.