El vestido del antropoide



Desde que El Mono Desnudo (The Naked Ape) de Morris vio la luz en
1967, la idea de que el hombre es poco más que un animalito bien organizado
copó las cabezas pensantes de la intelectualidad occidental; para muchos el
hombre se ha quedado reducido a la categoría de ser superior entre los animales pero poco más que
ellos en lo afectivo, en lo social-relacional y lo que es más grave, en la
búsqueda de lo esencial sobre sí mismo. El hombre que en el pensamiento renacentista
e ilustrado era la medida de todas las cosas ha quedado reducido a un mero mono
desnudo, desnudo de cuerpo y desnudo de esencia, desnudo de su ser persona.


Una corriente filosófica
contemporánea, el personalismo, ha tratado de paliar esta tendencia del
pensamiento contemporáneo mediante el estudio del concepto de persona. Una vez
estudiado el hombre como fenómeno se descubren en el sujeto una serie de
capacidades complementarias a su ser que le dotan especialmente para dos tareas
fundamentales para las que parece haber nacido: la búsqueda de la verdad y la
instalación en la felicidad.


Sin embargo, social y políticamente
nos hallamos en un proceso de despersonalización donde hay tres frentes
abiertos que cubren todas las dimensiones posibles de la persona y que mellan
cualquier intento de crecer en la verdad y de disfrutar de la felicidad.


Por un lado está la crisis del
conocimiento sobre la esencia de uno mismo, que se concreta en la respuesta
fallida a la pregunta sobre qué y quién soy yo. En segundo lugar, el cuestionamiento
de la dimensión relacional entre otro ser humano complementario y yo, es decir,
el sentido de la alteridad o entrega individual al otro. Por último, el
desenfoque de la relación social del yo con el grupo y con las normas propias
en relación a las del grupo. Este último punto cobra especial importancia en
sociedades con una deriva totalitaria en las que predomina lo políticamente
correcto.


El hombre moderno no busca la verdad
ni el bien, sino el goce y el placer. Se cumple así aquel deseo de Jung, discípulo de Freud, que
pedía que su teoría sobre la sexualidad se convirtiera en dogma. La "eudomoinia" que buscaba
Aristóteles como signo de la sabiduría se tradujo en la modernidad como
felicidad y no como bien, la felicidad, a su vez, se interpretó como placer material ante la
renuncia a buscar el bien, porque éste, para poder darse necesita de la verdad.


En la concepción del hombre moderno,
la ley positiva es un instrumento de verdad, una referencia ética, por tanto la
relación del hombre con la sociedad deriva de saber aplicar el prejuicio social
de la norma aceptada con el comportamiento de uno mismo, es decir, uno asume en
su comportamiento aquellos principios éticos que contempla la ley positiva y
solo esos, puesto que los demás entran en el recinto de la intimidad. De esta
forma la moral neokantiana, en sus muchas variantes,
incluida la evolucionada a partir de los estudios racionalizantes
de la Escuela de
Frankfurt, se impone por su facilidad de expresión: la ley positiva es fruto
del diálogo entre los hombres, la justicia es inequívocamente un concepto
relativo que queda al albur de la propia ley. La verdad y la búsqueda de la
verdad se hacen innecesarias por fútiles.


Por último, el hombre moderno
renuncia al otro. El "otro" se convierte en el enemigo de mis posesiones, una
carga que soportar y cuando no lo es, no deja de ser un mero objeto de placer.


Por eso, la filosofía de la persona
tratará de vestir a ese antropoide desfigurado con la ilusión por la búsqueda
de la verdad, una verdad que existe y es objetiva, muchas veces impresa en su
propia naturaleza. Tratará de vestirlo con una capacidad de consenso en lo
social donde el ordenamiento jurídico trascienda la propia ley y se adecúe a la naturaleza del hombre, que no sea cambiante y que
no convierta al hombre en objeto del Derecho sino en su sujeto. La filosofía
vestirá al mono con la capacidad de ver en el otro la fuente de mi mejora, de
mi crecimiento en la virtud ética, de mi ahondamiento en mi
ser personal.


Y así, si el mono se reviste de
filosofía, persona se queda.




Carlos Segade


Profesor Titular
del Centro Universitario Villanueva




Bibliografía:


Burgos, J.M.
El Personalismo:


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=1327


Melendo, Tomás. Introducción a la
antropología: la persona.


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=4080


Lewis, C.S. La
Abolición
del Hombre.


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=2182


Ayllón, J.R.
En Torno al Hombre


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=2302