En el sendero del bosque

 

Para adentrarse en un bosque y escoger el lindero que lleva al corazón del mismo, hace falta un guía pues, si no, es fácil perderse y salir sin haber penetrado en el interior. La obra del filósofo e historiador de las ideas Mariano Fazio es una estupenda guía para lograr llegar al núcleo del pensamiento de Kierkegaad. El camino no es otro que las pistas autobiográficas que el filósofo danés dejo desperdigadas en sus cuantiosas obras y artículos.

La obra de Kierkegaad (1813-1855), es esencialmente religiosa, pues constituye un ataque directo a la incoherencia de la iglesia luterana de su época y, además, es una búsqueda personal de Cristo. No en vano el danés se sabía llamado constantemente por Dios: "Dios tiraba una y otra vez de mi alma"(28).  Como nos dirá Fazio: su cristianismo "se opone a la noción de cristiandad, esto es, al cristianismo acomodaticio de la Iglesia luterana danesa, donde todos son cristianos, pero se comportan como paganos. Es un cristianismo mundanizado, hecho de cultura y de complicidad con las pasiones de los hombres" (39). Para Kierkegaad el "cristiano es el contemporáneo de Cristo, que sufre con El, que se odia a sí mismo para amar a Dios" (39).

Respecto a la antropología de Kierkegaad: "El hombre como síntesis es el producto de una elección; la síntesis se alcanza cuando el hombre se ha escogido a si mismo libremente, pero solo lo ha hecho apoyándose en el Absoluto, como ser libre y al mismo tiempo como dependiente de la Potencia divina" (89). La vida se configura como lucha, donde la libertad se apoya en Dios y es energía. La conclusión del danés es clara: "solo la dependencia de Dios, fundada en la comunicación del amor de la creación, hace posible la libertad del hombre" (101). Así pues: "Convertirse en individuo es una tarea ético-religiosa: conseguir colocar el espíritu en primer lugar, llegar a ser un individuo delante de Dios" (111).

Para Kierkegaad hay muchos hombres que no llegan a descubrir la interioridad y quedan en un nivel estético, sensorial, buscador de placeres o inmerso en ocupaciones. La desesperación y el hastío abrirían el paso de la estética a la ética; desesperar del egoísmo y buscar a Dios (120).

También el danés reseña una cierta antropología del trabajo: "Precisamente trabajando el hombre se hace libre, trabajando se convierte en señor de la naturaleza, trabajando demuestra que es superior a la naturaleza" (133).  Aunque le falte el sentido de la gracia cristiana, el trabajo para Kierkegaad, no es un deber ético sino un deber de amor. "La fe es una pasión; el movimiento de la infinitud" (146).

El problema fundamental para el danés es cómo hacerse cristiano. Para ello lo primero que ataca son los sistemas filosóficos oprimentes (Kant y Hegel) (151). Y, en segundo lugar, el hombre debe superar las paradojas: finitud-infinitud, tiempo y eternidad, posibilidad-necesidad. "No hay que olvidar que el cristianismo, además de ofrecer una esperanza eterna, está basado en un hecho histórico" (152)

Hay que recordar con Pascal cuando afirma: "La verdad es tan rica que podría parecer contradictoria". Pero para Kierkegaad: "Ese instante interior el de la decisión libre de dar el salto y aceptar -no solo gnoseologicamente, sino esencialmente- la paradoja, que es falta de certeza.  Es más, ese es el martirio de la razón, que se ve obligada a traspasar sus estrechos esquemas conceptuales" (179).

De todas formas, como nos recuerda Fazio: "para la tradición católica la fe no contradice la razón; la razón puede prepararnos para la fe; algunas verdades de fe rebasan la capacidad de la razón, y a veces, pueden parecer que algunas de esas van en contra de la razón" (183). 

Para terminar recordemos que para el danés: "El contemporáneo de Cristo debe sufrir por la verdad: esta es la puerta estrecha y la senda empinada. Sufrir por amor, esperando una bienaventuranza eterna" (237). Así pues, Kierkegaad era consciente de que podemos equivocar el camino, caer en el camino y salirse del camino. Pidamos al Señor "que atraigas hacia ti del falso camino a los extraviados, que fortifiques a los que caen y que reconduzcas al camino recto a los desviados" (244). 

 

José Carlos Martín de la Hoz

Mariano Fazio, Un sendero en el bosque. Una guía del pensamiento de Kierkegaard, ed. Universidad Católica de Buenos Aires, buenos Aires 2007, 253 pp.