Desde el siglo XVII los llamados "pensamientos" de Pascal, han sido estudiados, meditados y editados como lo que eran: un material de trabajo preparado por el ilustre físico para elaborar un trabajo apologético sobre el catolicismo.

Recientemente, el profesor de Teología Fundamental de la Facultad de Teología de Boston, Kreeft, ha recreado en un ejercicio pedagógico con sus alumnos; lo que pudiera haber sido el verdadero tratado de Pascal de teología fundamental.

Por eso las palabras, "escuchad a Dios" son, como dice Kreeft: "Tal vez las tres palabras más importantes de todo el libro" (105). Porque para Pascal la verdadera apologética, la verdadera teología fundamental, era simplemente escuchar a Dios en la naturaleza, en la belleza, en el corazón del hombre.

Además, el autor de esta compilación ha tenido la audacia de intentar responder, no sólo a los escépticos de la época de Pascal, el siglo XVII, sino también a los actuales, lo que implica un esfuerzo importante de cambio de mentalidad y de utilización de toda la obra escrita por Pascal:

"Razonar es confiar en la razón, y confiar es un acto de fe, no de la razón. Por lo tanto, la razón presupone la fe. Esto es un problema extremadamente serio -probablemente, un problema irresoluble- para el filósofo que acepta la exigencia que imponen Descartes y la modernidad, la de demostrarlo todo, incluida una justificación crítica de la propia razón humana" (103).

Conviene recordar en todo momento la mente de Pascal: "Los buenos apologetas no son maestros, sino personas que señalan hacia el Maestro. A menos que sean capaces de lograr que su audiencia escuche a Dios, no servirá de nada conseguir que les escuchen a ellos, y si de verdad consiguen que escuchen a Dios, pronto será innecesario hacer que les escuchen a ellos por más tiempo, de manera que, en ambos casos, los apologetas son prescindibles, desechables como pañuelo de papel, una vez que han cumplido con su trabajo" (105).

La pregunta clave del libro es donde está nuestro tiempo, porqué a pesar de poseer más medios que nuestros antepasados tenemos menos tiempo libre. La respuesta es clara: "queremos hacer compleja nuestra vida. No tenemos que hacerlo, queremos hacerlo. Queremos estar agobiados, liados y ocupados. De manera inconsciente, deseamos aquello mismo de lo que nos quejamos, ya que, si tuviéramos tiempo libre, tendríamos que mirarnos a nosotros mismos y escuchar nuestro corazón, y observar el enorme vacío de ese corazón y aterrorizarnos, porque ese vacío es tan grande que nada lo puede llenar salvo Dios" (156).

Por eso concluye: "Lo que la gente desea no es la vida pacífica y sencilla que nos permite pensar en nuestra condición infeliz, ni los peligros de la guerra, ni los inconvenientes del cargo, sino la agitación que nos aparta la mente de aquello unos distrae. De ahí que prefiramos la caza a la captura" (pensamiento 136).

Hace falta mucha paz para escuchar y volver a la razón y al corazón: "Conocemos la verdad no sólo por medio de la razón sino también por medio del corazón. Es por medio de este último que conocemos los primeros principios y la razón, que no tiene nada que ver con ello, trata en vano de refutarlos" (110).

José Carlos Martín de la Hoz

 

Peter Kreeft, Cristianismo para paganos modernos. Los Pensamientos de Pascal editados, esquematizados y explicados, ed. Tecnos, Madrid 2016, 311 pp.