Estudios inquisitoriales

 

La pervivencia de los archivos inquisitoriales en muchos lugares de España y de América, así como la completa documentación que habitualmente contienen, son una perfecta demostración de la seriedad con la que los tribunales llevaban a cabo la instrucción del proceso desde su creación en 1478 hasta su abolición en 1833.

Asimismo, basta con hojear los legajos de un proceso inquisitorial, para descubrir cual era el único y verdadero objetivo del mismo; pues se trataba sencilla y llanamente de propiciar la conversión del reo y el regreso de un alma a la verdadera fe, para poder alcanzar la salvación. Como demuestran los expedientes, ni existía voracidad recaudatoria, ni desamortizadora, ni siquiera el afán de resolver cuestiones que fueran distintas de la de llevar a las almas, por el arrepentimiento, al único camino de salvación que se estimaba la católica.

Lógicamente, era un desdoro para un tribunal la falta de conversión y se consideraba una grave falta de diligencia pastoral permitir que nadie pudiera condenarse por haber faltado una exposición clara y ordenada de la fe. De ahí que en los procesos se recojan meticulosamente todos los papeles y todas las pruebas de cómo un tribunal había llevado al reo a descubrir su herejía y propiciar el cambio oportuno.

Naturalmente, el camino procesal no era evangélico, ni se basaba en la verdadera práctica pastoral, pues la libertad para acceder a los sacramentos es el punto de partida de la acción moral, por lo que la vida de esos tribunales terminaría para siempre según se fue profundizando en la purificación de la memoria y con la condena solemne de la Iglesia de la utilización de la violencia para defender la fe. Es evidente que la inculturación del evangelio y la asunción en profundidad de los principios de la acción pastoral en el respeto a la libertad religiosa ha llevado a la Iglesia a suprimir y condenar cualquier juicio sobre el interior de la conciencia que no sea el de llevar el perdón de Dios al alma que libremente así lo requiera.

El profesor Marcelino Trigueros Martínez, como tesis doctoral, ha estudiado y publicado los legajos conservados dentro del Archivo General de la Nación de México, en el fondo inquisitorial, que contienen los 170 folios del proceso inquisitorial llevado a cabo en la archidiócesis de Nueva España (México) sobre don Agustín Beven, teniente coronel del regimiento de dragones de México en 1771, por proposiciones y libros prohibidos (28).

Lógicamente, el proceso termina con el reconocimiento del interesado de la imprudencia de conservar en su casa libros que pudieran o poner en peligro la verdadera fe y la imposición de una determinada penitencia. Es decir, la gran mayoría de los procesos terminaron así, pues en realidad la vida de la Inquisición española desde 1511 fue lánguida y fue habitualmente utilizada para la defender la pureza de la fe que como camino para extirpar la herejía judaizante, para la que fue creada en 1478.

José Carlos Martín de la Hoz

Marcelino Trigueros Martínez, El caso Beven: persecución inquisitorial del libro en Nueva España (1771-1800), ediciones Eunsa, Pamplona 2019, 390 pp.