Filosofía de la feminidad

 

La profesora de psicología de la educación de la Universidad Ramón Llull de Barcelona, Anna Pagés Santacana (Barcelona 1965), es bien conocida por sus ensayos filosóficos acerca de cuestiones antropológicas importantes como el olvido, la confianza, el modo de encajar el pasado y de encarar el futuro. En esta ocasión, abordará con plena solvencia e inteligencia, la difícil cuestión de la feminidad y del feminismo (16, 52).

Precisamente, arrancará proponiéndose abrir ventanas (18), romper tópicos y lugares comunes, para lo cual tomará, como base de su cálida investigación, el famoso diálogo de Platón, El banquete. En primer lugar, señalará cómo Agatón, el anfitrión, busca a Sócrates, que había llegado a la casa, pero no terminaba de entrar y sentarse a la mesa. Finalmente, uno de los esclavos hablará con él y podrá explicar al anfitrión que andaba ensimismado, pero que pronto llegaría (Martín Hernández: 191).  De ese modo, nos introduce Platón en la importancia de meditar sobre las cosas antes de entretenerse en la riqueza de los argumentos. Inmediatamente, se establece un acuerdo para dialogar pausadamente sobre Eros, el amor, mediante un turno, según el cual cada uno hablará según su recto entender, sin música de fondo, sin testigos inoportunos, sólo hombres y todos serenos (Martín Hernández: 244). Efectivamente, una vez captada la atención y sosegados los ánimos, le llegará su turno a Sócrates, quien introducirá la feminidad o el genio femenino, según se dese formular, de una manera muy original. Sócrates comenzó por dar la voz a una mujer de Mantinea, Diotima (26), un personaje, de quien Sócrates afirma haber aprendido todo sobre el amor de sus labios (42,44). La pensadora es presentada como una mujer inteligente, sabia, culta, una verdadera pensadora, discreta y sugerente. Precisamente, al ser el amor la materia más importante, no se contentará con resumir la sabiduría que recibió, sino sobre todo el modo y el camino empleados pues solo quien sabe amar y ser amado puede alcanzar la realización personal (Martín Hernández: 265). Lo más interesante de la cuestión que ahora nos afecta, es que el amor lo explicita y lo expone con toda su sugerente riqueza una mujer y lo hará mostrando los rasgos de la feminidad, pues solo quien descubre la feminidad puede aprender y enseñar a amar y ser amado (Martín Hernández: 245, 250).

El camino desde el capítulo sexto hasta el décimo y la conclusión es largo y prolijo, a veces confuso, como cuando la profesora busca establecer una relación entre santa Hildegarda de Bingen con San Bernardo, fuera de la normalidad y naturalidad de la comunicación entre los santos (159). Así pues, la autora intentará definir la filosofía feminista, sus límites y temáticas, concluyendo que en realidad se trata simplemente de un modo distinto de ver la realidad, con enfoques, subrayados y matices que complementan otras visiones (170). Concluyamos con las últimas palabras de la autora: “La feminidad es la filosofía que canta, baila y ríe, una práctica vital y alegre, dispuesta a disfrutar por fuera del socavón en el tropiezo de Tales, a esperar en el umbral de la guarida del filósofo profesional. Cenar con Diotima nos enseña que la filosofía, hoy es declaradamente femenina: de mujeres y de hombres” (269).

José Carlos Martin de la Hoz

Anna Pagés, Cenar con Diotima. Filosofía y feminidad, ed. Herder, Barcelona 2018, 269 pp.

Platón. Diálogos. El banquete, edición de M. Martín Hernández, ed. Gredos, Madrid 1997, 184-287.