El 14 de febrero de 1943 celebraba la Santa Misa el Fundador del Opus Dei en el primer centro de las mujeres de la Obra en la calle Jorge Manrique de Madrid. Era un día de fiesta y aquellas primeras vocaciones vibraban con San Josemaría dándole gracias a Dios en un nuevo aniversario del día en que también en Madrid, el 14 de febrero de 1940, Dios había hecho ver al Fundador intra missam que habría mujeres santas y en el Opus Dei que difundirían con su gracia el mensaje de la santidad en medio del mundo entre mujeres de toda clase y condición.

Aquel aniversario transcurría con normalidad: la serena emoción con la que habitualmente celebraba la Santa Misa san Josemaría les hacía recordar muchas veces aquellas palabras que están recogidas en un punto de Forja: durante la celebración de la Santa Misa: “deberían pararse los relojes”: Es tanto el Amor de Dios por sus criaturas, y habría de ser tanta nuestra correspondencia que, al decir la Santa Misa, deberían pararse los relojes” (n. 436). El hecho es que no se dieron cuenta de que algo especial había sucedido.

Al terminar la Misa la directora y alguna más habían salido a la puerta a despedir al Padre, sorprendentemente, con una sonrisa les pidió un papel. Finalmente fue el taco Myrga que había encima de la mesa que sirvió para que san Josemaría dibujara el sello de la Obra que había visto en la misa, tal y como es en la actualidad: como una esfera y dentro de la cual hay una cruz.

 Ahí estaba la solución jurídica: Una sociedad sacerdotal ”la santa cruz“ que dinamizaba la vida de santidad de muchos fieles laicos, hombres y mujeres, y ellos con sus vidas iluminarían el mundo desde dentro. Como una esfera, un globo terráqueo no puede iluminarse desde fuera con un foco, es necesario, como los globos terráqueos escolares que se iluminan desde dentro.

Después se acercó a El Escorial donde estaba Álvaro del Portillo, entonces secretario general que se estaba preparando para recibir la ordenación sacerdotal  y que estaba en esos días dedicado a preparar exámenes. Dieron un paseo para explicarle lo que había visto y regresó a Madrid.

Poco tiempo después don Álvaro viajaría a Roma donde se entrevistaría con el santo Padre el 4 de junio y pudo llevarle el calor de toda la Obra y el deseo de ser fieles al carisma recibido de Dios. También celebró entrevistas con el cardenal La Puma, Prefecto de la Congregación de religiosos. Con el cardenal Maglioni secretario de estado de Pio XII y con Mons. Ottaviano asesor de la congregación de doctrina de la fe, etc.

Uno de aquellos días san Josemaría entró en la secretaria general del Opus Dei donde estaba José Luis Muzquiz y dijo:”¡Hay enlace! Álvaro está haciendo y está diciendo lo que yo hubiera dicho y hubiera hecho. El milagro de la unidad del beato Álvaro del Portillo con el Fundador. El derecho Canónico que había estudiado había sido suficiente. El 11 de octubre de 1943, fiesta de la maternidad divina de María el Opus Dei recibiría el preceptivo Nihil Obstat de la Santa Sede.

José Carlos Martín de la Hoz