En estos últimos años el concepto de historia global se ha ido extendiendo entre la comunidad científica de modo que este libro que ahora presentamos, puede arrancar con la siguiente afirmación provocadora del historiador Bayly: “Todos los historiadores son hoy historiadores universales, aunque muchos todavía no se han dado cuenta” (7).

De hecho, Como nos dirá el profesor alemán Sebastián Conrad de la Universidad de Berlín y  autor de este trabajo, parece necesario y urgente despegarse de la mirada endógena y eurocéntrica (8). En cualquier caso, hay que reconocer que este debate viene de antiguo, pues ya en el siglo XIX y XX, nos dice el profesor Conrad que “La historia europea se presentó como un proceso de transformación universal y se la describió como vara de medir, como modelo” (27).

Por otra parte, esta historia global se va asentando sobre bases cada vez más firmes, pues “Tras extinguirse la ideología bipolar de la guerra fría, en muchos lugares se extendió la idea de que las civilizaciones eran las unidades naturales para reflexionar a fondo sobre la rápida transformación global y dar explicación a los conflictos de un mundo que se globaliza” (56). De hecho, el estudio de las civilizaciones actuales ha servido para romper el mito de la secularización final como consecuencia de la modernidad y, por tanto, reconocer que “el concepto de la civilización está arraigado en la sociología de la religión” (57).

Otro aspecto fundamental que se plantea nuestro autor para afirmar intelectualmente las bases de la historia global, es el principio filosófico de la causalidad que ve clave para poder hacer “historia global que aspire a ser más que un simple depósito ecuménico que acoge con gusto historias felices de encuentros entre diversos órdenes, por lo tanto, necesita abordar de forma sistemática la cuestión de las transformaciones global es estructuradas y su impacto sobre el cambio social” (69). Es más, nos dirá poco después: “los historiadores globales abordan la cuestión de la causalidad hasta llegar a un nivel global” (85).

Así pues nos dirá el profesor Conrad que la historia global: “en tanto que enfoque distinto explora especialidades alternativas, fundamentalmente establece relaciones y es muy autocrítica con la cuestión del euro centrismo” (86). Además, se planteará en los próximos años retos importantes y sin límites: "Hay que dejar atrás el contenedor del Estado-nación, que la disciplina moderna de la historia había dado por sentado; y no solo eso: el reto es liberarse de todas las unidades espaciales establecidas, incluidos imperios, religiones y civilizaciones. En este caso, de nuevo, no es preciso que los historiadores vuelva a inventar la rueda" (108). Evidentemente hay un límite para la historia global y es el respeto por la antropología y, en concreto, la dignidad de la persona: "se ha reprochado a la historia global que no se fija en las personas y omite la cuestión de su responsabilidad, ocultándola por detrás de flujos anónimos, estructuras impersonales y metáforas en torno de la circulación" (142).

José Carlos Martín de la Hoz

Sebastián Conrad, Historia global. Una nueva visión para el mundo actual, ediciones Crítica, Barcelona 2017, 268 pp.