Iglesia y franquismo

 

El escritor y ensayista Rafael Gómez Pérez (1935) vivió la etapa del franquismo prácticamente en Italia y cuando regresó a España a finales de los años setenta, pudo estudiar con detenimiento cómo se había desarrollado las relaciones entre el régimen franquista y la Iglesia en un lúcido ensayo que tuvo varias reediciones.

Completó al cabo de unos años aquellos primeros análisis, con documentos y con la evolución de la vida política y cultural de la incipiente democracia española, para redactar finalmente un nuevo y más profundo trabajo, que es el que ahora deseamos comentar.

Desde antes de que cayera el régimen de Franco ya se venía planteando en la opinión pública y, ahora desde la historia, cuál fue el papel de la Iglesia católica durante los cuarenta años de la vida política del Dictador, es decir, desde su contundente victoria en la guerra civil, el 1 de abril de 1939, hasta su muerte el 20 de noviembre de 1975.

En realidad, lo primero que hay que distinguir entre la jerarquía eclesiástica y el pueblo cristiano. En el segundo caso, las posiciones fueron tan variables como lo eran y lo son los españoles de entonces y de ahora.

Respecto a las relaciones Iglesia y Estado, se puede afirmar que la Iglesia varió su posición enormemente respecto al general Franco, desde el miedo y la inquietud en 1939, por las muchas incógnitas que se planteaban ante el futuro de España y el régimen que cuajaba al término de la guerra; hasta las instrucciones precisas desde Secretaría de Estado del Vaticano a la Conferencia episcopal española para proceder abiertamente al desenganche con el régimen (155).

Por parte de Franco, comenzó su mandato como lo prolongó durante su gobierno autoritario durante cuarenta años, maniobrando con habilidad y con pocas ideas, pero muy continuas a lo largo de tanto tiempo: evitar el régimen democrático liberal; los partidos políticos, sindicatos de clase y el sufragio universal, pues les hacía culpable del deterioro de la convivencia en España y cómplice de habernos casi abocado al régimen comunista.

Para Franco la religión católica y la Iglesia servían de amalgama y de unión entre los españoles para gobernarles como en el Antiguo Régimen; como si fuera la dictadura de Primo de Rivera y un nuevo Rey (53). Franco fue derrotado por la cultura, pues tras la liberalización económica, vino la liberalización cultural y la implantación de la cultura democrática (46).

La conclusión del trabajo es que la Iglesia se mantuvo fiel a su carisma de formar las conciencias de los cristianos y colaborar lealmente con el estado para el bien común en las cuestiones mixtas.

José Carlos Martín de la Hoz

Rafael Gómez Pérez, El Franquismo y la Iglesia, ediciones Rialp, Madrid 1986, 301 pp.