¿Incapaces de Dios?

 

El original y extremo trabajo del filósofo catalán José Cobo (1962), publicado con un título tan rompedor que, nosotros nos hemos permitido poner entre interrogantes, constituye el primer volumen de una trilogía que publicará, Dios mediante, Fragmenta editorial.

En estas líneas con las que queremos acercarnos a la lectura de este sugerente estudio, a modo de primera aproximación, comencemos por resaltar que el autor se plantea crudamente si las generaciones futuras serán “incapaces de Dios”, precisamente por el devenir que está tomando la actual sociedad globalizada al irse separando de la tradición cultural, filosófica y espiritual del llamado occidente cristiano.

Efectivamente, nuestro autor, señala repetidamente a lo largo de este libro, cómo el hombre de hoy, al rechazar un Dios personal (e incluso en algunos momentos en los que se ha planteado que pueda llegar a verlo como un verdadero enemigo), termine por decantarse por el panteísmo o hacerse adepto de las espiritualidades sin credo, lo que explicaría el extraordinario boom editorial de estos últimos años acerca de la figura de Baruc Spinoza (1632-1677) lo que se puede comprobar fácilmente en una visita a cualquier librería de nuestro país.

El autor sugiere, para resolver la disolución del cristianismo en una religión sin Dios, como otras, volver al kerigma original de los primeros cristianos: “Un Dios colgado de un madero. Un Dios que depende de la respuesta del hombre a su inmolación para llegar a ser el que es no es sencillamente homologable a la divinidad que permanece en las alturas a la espera del ascenso -la ascesis, el sacrificio- del hombre”. Enseguida añadirá algo esencial: “el sacrificio que nos reconcilia Con Dios no es del hombre, sino de Dios” (16).

A lo que podríamos añadir indudablemente que si Jesucristo no fuera Dios no habría verdaderamente redención y si no fuera hombre no habría cargado con los pecados de los hombres.

Finalmente, para terminar la introducción de su obra el autor nos dirá que “Jesús, para el creyente, no es el representante de Dios -aquel que ejemplifica, si se prefiere, a la perfección, la esencia o modo de ser de Dios-, sino el quién de Dios, el modo de ser que Dios, precisamente, tenía pendiente tras la caída. Con todo, que Dios aún no sea nadie con anterioridad al fiat del Crucificado no significa, como veremos, que no haya sido nada en absoluto. En realidad, fue precisamente en el modo de lo absoluto -de un absoluto por-venir. De hecho, comprender el kerigma cristiano no es posible sin comprender estas tres últimas afirmaciones”. Así pues, terminará esta breve aproximación al problema que abordará a lo largo del libro que: “La fe es, ciertamente, otro asunto. Pero que la fe no se reduzca a un ahora entiendo no exime al creyente de la necesidad de un dar razón de su esperanza (1 Pet 3, 15)” (17).

José Carlos Martín de la Hoz

José Cibo, Incapaces de Dios. Contra la divinidad oceánica, Fragmenta editorial, Barcelona 2019, 233 pp.