Interpretaciones de la historia

 

Como es sabido, en la filosofía de la historia, se ha producido a lo largo de la historia un largo e interesante debate acerca de, en primer lugar, si se debería hablar de historia o de historias, y, sobre todo, en segundo lugar, averiguar dónde está la vara para medir la objetividad de la historia narrada.

En ese sentido, hay un género de historiadores que se aprovechan del debate para lanzarse a trabajar, acumular datos e interpretarlos según su idea preconcebida, como podría ser que la religión católica es un montaje y nadie en ella cree realmente en nada. Otro ejemplo sería no aceptar que el Islam es una verdadera religión y, por tanto, hay en ella verdadera fe en sus creencias y en sus actuaciones.

Es decir, en realidad, sí que existe un baremo para reconocer la ideologización de la historia, pues como dice el refrán castellano: “se coge antes a un mentiroso que a un cojo”, por tanto, conviene considerar que el verdadero historiador se distingue del aficionado, en que el primero intenta meterse en las coordenadas espacio temporales, es decir, busca conocer la teología, la filosofía, la antropología y las cuestiones clave del momento. De ese modo al entrar en ese momento histórico podría aventurar hipótesis más o menos plausibles, que otros historiadores de la misma solvencia podrían matizar o sugerir y juntos, buscando la verdad podríamos avanzar juntos.

En el caso que nos ocupa, la obra más ambiciosa de la periodista Barbara W. Tuchman (1912-1989), acerca de la guerra enfocada como la máxima de las locuras, y, en concreto, sobre la locura personal y colectiva para planear algo tan loco como solucionar alguna cuestión mediante un conflicto bélico.

En definitiva, lo que la autora desea demostrar, a base de acumular ejemplos significativos, es que la violencia ni es apta para vencer, ni para convencer y que detrás del uso de la violencia para defender una causa o una fe, hay siempre un punto de locura que hace imposible alcanzar la verdadera realidad de las cosas y, en cambio, produce odio y destrucción.

“La marcha de la locura”, es el título En este interesante trabajo de conjunto, acerca del arte del gobierno a lo largo de la historia. Todo marcha relativamente bien, en los capítulos dedicados a la emancipación de las colonias americanas de Inglaterra o en la salida de Estados unidos de Vietnam.

En cambio, marcha rematadamente mal en el capítulo de la ruptura entre Lutero y la Iglesia Católica, para constituir su propia Iglesia: comienza por reformar la Iglesia y acaba reformando la fe. Esto no es inteligible a la profesora Tuchman pues no logra hacerse cargo de lo que eso significa por su visión ideologizada de la historia eclesiástica.

José Carlos Martín de la Hoz

Barbara W. Tuchman, La marcha de la locura. La sinrazón desde Troya hasta Vietnam, ediciones fondo de cultura económica, México 2018, 368 pp.