Invitados a la santidad

 

En estos días, en los que la Iglesia universal está reunida intensamente, junto al Santo Padre Francisco, en la ciudad de Roma para celebrar el Sínodo de obispos acerca del discernimiento vocacional y de la pastoral de santidad para los jóvenes, es muy conmovedor leer las noticias, estudiar los libros electrónicos y consultar los libros videos que continuamente se proponen en la página web del Opus Dei, pues pueden ayudarnos a mantener la oración y la penitencia por los frutos del Sínodo. Por ejemplo, es muy interesante detenerse en el breve pero intenso video sobre la vocación que está colgado en esa página y en Instagram, que tiene por título “invitación”, pues, efectivamente, la vocación es una invitación de Dios al hombre en donde, a la vez que le deja en libertad y sin forzar la respuesta, le plantea una propuesta de camino de felicidad y de realización personal amorosamente preparado por el mismo Dios.

Precisamente, al repaso de esos trabajos podemos unir la lectura del manual de teología espiritual del profesor de Teología espiritual de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, Pablo Martí , que nos recuerda que la primera vocación del cristiano es a ir al cielo: todos estamos llamados al cielo, a gozar eternamente con Dios durante la eternidad y, a la vez, Dios desea que vivamos el cielo en la tierra siguiendo ese camino llamado vocación al que nos invita a recorrer y al que nos adelanta en el camino para su seguimiento.

Así pues, nos recuerda el profesor Martí que, como afirmaba la Constitución Dogmática Gaudium et spes, el hombre es la “única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma” (GS n.24), es decir, el único ser querido por sí mismo. Invitado de modo personal al seguimiento de Cristo y a ser su testigo delante de los hombres. La vida espiritual nos dirá el Prof. Martí: “es vida de conocimiento y amor personales” (57).

Evidentemente, habrá que combatir y que luchar, que empeñarse por perseverar, pues “la gracia no destruye la naturaleza, sino que la asume y eleva, por eso la vida cristiana es realmente la vida humana llevada a un grado de especial plenitud. Todos los resortes de la persona, principalmente su conocer y su amar, son elevados a lo divino. El cristiano conoce y ama como Dios principalmente mediante la fe la caridad, verdadero conocimiento y amor sobrenaturales” (65).

Terminaremos con este resumen que nos ofrece el Prof. Martí: “Dios llama a todos a la santidad. Como el modelo del hombre no es Adán sino Jesucristo, todo hombre está llamado por Cristo según una vocación personal a ser y vivir como hijo de Dios en la historia y en la vida eterna. Es una llamada que procede de la creación y de la redención y que se dirige a la bienaventuranza final. La vida de cada uno, los años que sean, es la respuesta a esa llamada” (65).

 

José Carlos Martín de la Hoz

Pablo Martí, Teología espiritual. Manual de iniciación, ed. Rialp, Madrid 2010, 196 pp.